El año que dejamos golpeó con fuerza a las residencias de toda la región castellanomanchega. Pasó la primera ola y luego vino la segunda. Del total de muertes por COVID-19 confirmadas en 2020 por Sanidad en Castilla-La Mancha, el 70% sucedieron en residencias, según las cifras que se manejaban en diciembre. Los brotes de coronavirus en centros de la tercera edad copaban las noticias. Las residencias cerraron a cal y canto; los residentes se sintieron solos y aislados. Aún así, el «bicho» podía colarse por cualquier resquicio y los días en la residencia ‘San José’ de Almansa transcurrían entre rezos y oraciones.
Por mucho que pusiera todo el cuidado del mundo en blindar su Casa, Sor Lidia Martínez, tenía la sensación de que existía un factor «suerte» que no podían controlar. «Los tres primeros meses (marzo, abril y mayo) fueron muy difíciles para la residencia», recuerda la superiora en Almansa de la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, regidora del centro ‘San José’. Las visitas se cortaron «de repente» y esto «supuso un trauma bastante grande para los ancianos».
Sor Lidia expresa a la prensa que por aquel entonces «les veíamos muy tristes e, incluso, algunos daban la impresión de que no tenían ganas de vivir; la verdad es que las visitas de familiares son muy importantes». Pueden significar mucho para los residentes. Tanto, que las hermanas a veces pensaban: «¿Qué motivación tienen nuestros ancianos para vivir aquí, todo el día? Y por más que nos esforzábamos en hacer videollamadas y alguna formación, también había mucho miedo y temor entre los trabajadores. Siempre estábamos temiendo que entrara el virus en la Casa. Oíamos lo que pasaba por ahí, que entraba en alguna residencia y en el tiempo de una semana estaban todos contagiados… Es muy trágico. Ese miedo lo hizo todo muy difícil».
En junio pudieron abrir las visitas del centro. «Y aunque se hacían fuera, en el patio de entrada, fue un alivio y una alegría para los ancianos; y supuso un respiro suficiente como para seguir», explica. Sin embargo, después tuvieron que volver a echar la persiana, pues detectaron un caso de COVID-19 en el centro. «Tuvimos algún caso sospechoso, incluso alguno confirmado y tuvimos que volver a cerrar a últimos de septiembre», explica. Por suerte, no se convirtió en un brote, y «hoy no tenemos ninguno».
La situación actual es radicalmente distinta. Todos los usuarios han recibido las dos dosis de la vacuna de Pfizer, así como los 30 trabajadores y las siete religiosas que conviven con ellos. «Ahora, todo lo que hemos pasado ya casi se me quiere olvidar», expresa Sor Lidia. «Ya nos han puesto la vacuna y queremos respirar, pero sabemos que no es una garantía. No hay que bajar la guardia», advierte.
«Sé que la mano del Señor está con nosotros y sobre nosotros. Hemos orado mucho, íbamos todos los domingos a la iglesia, rezábamos los rosarios y le pedíamos a nuestra Patrona, la Virgen de Belén, que nos protegiera a nosotros y a todos los que estaban sufriendo. Éramos muy conscientes de que la única aportación que podíamos hacer a la Humanidad, desde nuestra humildad, era rezar y pedir misericordia a Dios».
Por eso, Sor Lidia quiere «animar al pueblo de Almansa a orar, a pensar más allá, porque somos muy “pobres”. Creo que esto nos tiene que enseñar que parece que dominamos el mundo, pero un pequeño virus nos domina. Y siento que tengo una deuda, por eso animo a amar más al Señor». Así mismo, la religiosa quiso dar las gracias al Ayuntamiento de Almansa por mostrarse «cercano, protector y abierto a nuestras necesidades», a través de, por ejemplo, la donación de material sanitario para la residencia ‘San José’.
«Gracias a Dios hemos recibido donaciones, aunque también hemos tenido que comprar y esto supone un gasto para la economía de nuestra Casa. Pero gracias a esta protección hemos estado libres de contagios», celebra. «También quiero dar las gracias a los residentes y sus familiares por respetar las normas y así vernos libres del virus. Queremos continuar sirviendo a los cristianos, a los residentes y al pueblo de Almansa con nuestra misión».