06/05/2025

El periódico digital de Almansa

La rifa de corderos de Almansa, un sorteo que «nunca toca, pero no importa»

Sin necesidad de ganar, muchos ya tienen claro que este año también les ha tocado algo: la emoción intacta de una tradición que atraviesa generaciones
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No importa si toca o no. Lo importante es mirar el número una y otra vez con la ilusión de siempre. Esa es la magia de la Rifa de Corderos de Almansa, una tradición tan almanseña como la mismísima Virgen de Belén, que este 2025 —año del centenario de su coronación canónica— ha vuelto a celebrarse con la misma mezcla de devoción, alegría y nostalgia que la ha convertido en uno de los rituales populares más queridos de las Fiestas Mayores.

Como cada año, el entorno de la Capillica del Rosario se convirtió en una olla en ebullición. Cientos de vecinos y vecinas, festeros, festeras, visitantes y curiosos se acercaron a vivir esta peculiar ceremonia entre pasodobles, papeletas y una buena dosis de charanga. La mayoría lo hace sin esperar premio, solo por formar parte del gesto y sabiendo que participar es ya ganar. Porque entre baile y baile, el «apañao» que no falte.

El pobre «machico» de la Sociedad de la Virgen se convierte en protagonista por unas horas, pero su sacrificio no es el de los corderos de antaño, sino uno consistente en poner «buena cara» cuando las manos de los cargos infantiles se posan sobre su pelaje con fingida valentía.

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La rifa no tiene un gran escenario ni un horario fijo que paralice la ciudad. Se realiza con esa naturalidad heredada de lo auténtico: una pequeña aglomeración y la voz de las reinas de cada distrito de Almansa, que cantan los números con la alegría que el momento merece. Luego, la tensión: ese pequeño temblor en los dedos cuando se desenrolla el papel, la búsqueda rápida del número, la sonrisa inevitable si se acerca, el suspiro si no. Y, siempre, el comentario: «El año que viene será», que más que resignación, suena a promesa.

El escenario fue el mismo de siempre: bolsas con bolas numeradas en la Capillica y la voz de las reinas de distrito y representantes de otros colectivos cantando las cifras mientras el público celebra cada acierto. Como siempre, llega el turno de la Reina Mayor Infantil, Martina Vizcaíno Vizcaíno, y la Reina Mayor de Fiestas, Rosa Rubio Más, que este año vinieron acompañados de visitantes muy especiales de las Fallas de Valencia. Luego, sonrisas, aplausos y alguna que otra falsa exclamación de «¡me ha tocado!».

Aunque, en realidad, todos sabían que algo se llevaban ya en el bolsillo: la sensación de pertenecer, de estar. Que toque o no, es lo de menos. Lo que importa es seguir jugando. Y Almansa, un año más, ha demostrado que sabe cómo hacerlo. 

La anécdota del año. En la primera de la todas las rifas, los representantes de la Agrupación de Comparsas sufrieron un incidente que pasará a la historia de manera simpática: la cuerda que hace voltear la pequeña campana de la capillica se rompió, haciendo que el resto de sorteos se celebraran con una graciosa campana virtual. El hecho no impidió que el acto se desarrollará con su incontenible alegría habitual. 

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