23/11/2024

El periódico digital de Almansa

La tradición no justifica la aberración

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¿Qué tienen en común tirar una cabra por el campanario y gritarle a unas jóvenes «sois unas putas ninfómanas»? Que ambas cosas son una barbaridad despreciable, pero se justifican bajo la intocable bandera de «la tradición».

Vivimos en pleno siglo XXI y hemos sabido modificar de manera colectiva algunas de las herramientas, actos y tradiciones que conforman nuestra cultura como pueblo, nación y país. Y es que el mundo avanza tan deprisa que no nos queda otra que cambiar con él. Urge, y mucho, revisar nuestras tradiciones, quitarles ese manto santo que las cubre y modificarlas para que toda la sociedad quepa en ellas. Exponemos varios ejemplos de ello.

Muertes patrocinadas por la administración pública

Este verano, en menos de 3 meses, han muerto 9 personas en festejos taurinos en la Comunidad Valenciana. Faltan palabras para definir o imaginar el dolor por el que pasan las familias y amigos de las víctimas mortales. Rabia. Impotencia. Desconcierto. Tristeza brutal. Desolación. Vacío.  

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Pero, que no te quepa duda querida lectora de La Tinta, el año que viene habrá más muertos, más vidas alteradas sin solución y más maltrato animal en cientos de pueblos de nuestra España. Todo esto, impulsado con fondos públicos, el dinero de todos y todas. ¿Una fiesta en la que mueren personas es una fiesta? ¿Una tradición en la que se arrebatan vidas humanas es una tradición que se debe mantener? Rotundamente no.

Lo deleznable como tradición

Hace unos días, los inquilinos de una residencia de Madrid protagonizaban un suceso bochornoso y que más de una mujer considera terrorífico. «Sois todas unas putas ninfómanas. Vais a follar todas en la capea», gritó desgañitándose un insensato para ser apoyado por gran parte de sus compañeros de residencia al grito de «¡Uh, uh, uh!», como si de unos auténticos primates se tratara. La condena general de toda la sociedad no se hizo esperar, hasta el líder de un partido nada progresista y muy «políticamente incorrecto» como Ortega Smith aseguró que los cánticos eran «faltas de respeto despreciables que denigraban la condición humana».

¿Cuál fue el argumento para justificar tan deleznable hecho? Exacto, que era una tradición. Alguien les deberá decir a esos chicos, que ahora cumplirán castigo mediante un curso de sensibilización, que la tradición no justifica la aberración. Llega a tal punto la alienación que nos genera el concepto de tradición que hasta las propias receptoras de los insultos se pusieron del lado de los insultadores. ¿Piensa usted, querido lector, que ninguna de esas chicas se sintió ofendida o pasó miedo ante los gritos? Sí que las hay, pero tienen miedo de manifestarse, auténtico pavor por salir a los medios de comunicación a condenar algo que la mayoría de sus convivientes considera intocable por ser habitual. La tradición debería servir para dar voz, para inmortalizar costumbres sanas, no para acallar a la disidente y relegar al olvido al que pide cambios.

¿Desfile militar? Sí ¿Desfile cultural? También

Pero no tenemos porque poner casos tan extremos para reflejar que la tradición establecida puede ser contraproducente para nuestro país y nuestro crecimiento como nación. Hoy, jornada 12 de octubre, Día de la Hispanidad, es otro ejemplo de ello.

Mientras en la capital se desarrolla un pomposo desfile militar, en Nueva York las comunidades hispanas muestran al mundo la riqueza de su cultura. Así se conmemora el día nacional de España en Estados Unidos, con una gran celebración en la que los pueblos de Latinoamérica y nuestro país se unen para disfrutar colectivamente de sus costumbres y tradiciones. Más de 18 países desfilan por la Quinta Avenida con sus trajes, bailes, música y gastronomía. Una auténtica fiesta del castellano, en la que todas las banderas hispanas se unen para recordar, sin belicismo, que la Pinta, la Niña y la Santa María llegaron a América.

¿Quiere decir esto que debemos meter a los militares en una cueva para que no salgan nunca? No. Pero sí que quiere decir que si buscamos más unidad nacional debemos realizar festejos, costumbres y mantener tradiciones en las que todas las sensibilidades y culturas españolas tengan cabida.

El buen ejemplo

Un orgullo tremendo y óptimo ejemplo son las Fiestas de Mayo de Almansa, que conforman un crisol cultural envidiable. Festejos de moros y cristianos en los que las mujeres siempre han participado, aún cuando en otras ciudades similares estaban relegadas a limpiar los platos mientras sus maridos desfilaban. Fechas en las que conviven en armonía las sanas tradiciones arraigadas a nuestra tierra con amantes de la Legión Española, bailaoras del Rocío o charangas de diferentes estilos musicales entre otras muchas expresiones de nuestra cultura. Todo esto sumando que Almansa es una ciudad en la que no se matan toros en ninguna plaza ni calle.

Observemos todo, retengamos lo bueno. Sigamos los buenos ejemplos. Revisemos nuestras tradiciones. 

«Tradición no significa que los vivos estén muertos, significa que los muertos viven». | Maurice Harold Macmillan, político conservador británico, primer ministro del Reino Unido de 1957 a 1963.

«La esencia de la libertad de las personas es la oportunidad de apartarse de las formas tradicionales de pensar y de hacer las cosas». | Ludwig Heinrich Edler von Mises, economista austriaco de origen judío, historiador, filósofo y escritor liberal clásico.

«Para crear debes estar consciente de las tradiciones, pero para mantener las tradiciones debes de crear algo nuevo». | Carlos Fuentes, escritor mexicano del movimiento del «boom latinoamericano».

«La tradición incapacita y entorpece la mente de manera inevitable». | Jiddu Krishnamurt, filósofo y líder espiritual indio.

«La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos» | Karl Marx, sociólogo comunista.

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Así participa la delegación española en el Desfile de la Hispanidad de Nueva York.

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