ANÚNCIATE CON NOSOTROS

19/04/2024
la tinta de almansa noticias

El periódico digital de Almansa

«Docencia, nomadismo e incertidumbre», por Bernabé Ortuño

Ser profesor interino es mantener la maleta medio llena por si hay que marcharse lejos de un día para otro e hincharse de coraje para saber dejar atrás
Bernabe Ortuño Almansa

Como cada año llegan las lluvias y septiembre; es inevitable. Y es este un mes nostálgico, que (me disculpen los que disfrutaron sus vacaciones a principios de verano) significa comienzo y vuelta a la cotidianidad. Se acaba el tedio de agosto al ritmo de una nueva y desconocida prisa perezosa, donde toca ponerse el mono de obra bostezando y levantarse un poquito más temprano. Tiempo de soterrar ensoñaciones veraniegas y cruzar miradas con lo ordinario de esa máquina incansable llamada rutina.

Y si hay un espacio especialmente afectado por el último mes del verano en la esfera sociocultural, ese es el de la Educación. Los centros educativos reabren sus puertas con la llegada de su particular «año nuevo», esperando a las nuevas generaciones deseosas y sedientas de formación académica. Supongamos que es así.

ecoVitab

Jóvenes que pensarán más en las generaciones venideras y serán responsables y consecuentes con el planeta que dejan, niños y adolescentes que conseguirán derribar la prepotencia de cada una de las anteriores generaciones, ensimismadas en el clásico pensamiento humano de «nosotros fuimos o somos mejores que…».

Pero si de algo quiere hablar este artículo es de los profesores. Más concretamente, de aquel grupo que no pertenece al funcionariado, los interinos o sustitutos. Si hay dos conceptos que destacan en su vuelta al mundo laboral son los siguientes: nomadismo e incertidumbre.

El profesorado interino ha de enfrentarse a la idea de no saber qué va a pasar en un futuro cercano, en qué lugar va a vivir ni durante cuánto tiempo, hasta dónde le dará la economía, o de qué gente se va a acompañar, si es que puede permitirse el lujo de establecer algún vínculo social entre los diferentes nombramientos a los que está expuesto.

El futuro nos asusta, pero aún más cuantas menos seguridades tenemos de aquello que aguarda detrás de la esquina. Este nomadismo constante, en el que no se reconoce un hogar propio ni un arraigamiento mínimo a un espacio local, ocasiona tantas ilusiones como ansiedades. Porque no hay que obviar que vivir en esa vorágine de improvisación es también sentir soledad y preocupar a una abuela.

Sin embargo, el miedo no es un buen motivador, aunque nos ayuda a estar preparados ante lo que desconocemos. Por eso intentamos anticiparnos, imaginar diferentes posibilidades y escenarios, domesticar lo ajeno, mantener la maleta medio llena por si hay que marcharse lejos de un día para otro. E hincharse de coraje para saber dejar atrás.

Sin que se entienda como una queja, ser profesor implica exponerse cada día delante de un montón de caras inquietas e intentar dar el máximo, aunque sepas que quizá ni uno de esos nombres dará tiempo a ser memorizado. Por no hablar de que estos contextos mantienen sobre un hilo la estabilidad emocional y mental del docente.

Esta es una profesión que se ha de entender con sus diferentes vulnerabilidades, sobre todo en su comienzo. Y con experiencias que exigen una gran capacidad de resiliencia. Pero la satisfacción que da enseñar a los que vienen y la esperanza de que se valoren los esfuerzos, son motores que merecen la pena. Al final la valentía se premia.

ecoVitab

Quizás te interese:

Archivado en:

Un comentario

  1. Fantástico artículo, tanto por lo que tiene de análisis de la situación efectiva del profesorado interino que abunda en nuestro país, como por lo acertado de la reflexión sobre el papel del docente, tan pocas veces valorado como creo que merece.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *