Isabel Sánchez Mancebo nace en el seno de lo que sería una familia numerosa. Ser la mayor de seis hermanos y tener a los padres trabajabando incansablemente le obligó a encargarse del cuidado de sus hermanos. Ya con 8 años tuvo que dejar de ir al colegio por las mañanas para cuidarlos y que sus padres pudieran ir a trabajar al mercado para que a sus hijos no les faltará de nada. Esta infancia le enseñó que la vida hay que lucharla desde el principio.

Por las tardes disfrutaba del colegio aprendiendo a leer, escribir y convivir con sus compañeros. En su recuerdo queda el cariño de todos esos años, aunque, como hemos visto, Isabel ya sabía lo que era trabajar.

Su vida laboral comenzó a los 12 años cuando empezó a trabajar en una peluquería durante los fines de semana. Isabel recuerda con cariño que se subía a un taburete para llegar a lavar la cabezas. Cuando cumplió 14 años empezó a trabajar en el calzado, oficio que se convertiría en su verdadera profesión. Su madre mandaba a sus hermanos a que le subieran el bocadillo caliente, al fin y al cabo era una niña y la cuidaban como tal.

En la primera fábrica dónde trabajó y se formó como profesional, Isabel comenzó como ayudante en un periodo de 4 meses y como sabía llevar una máquina, ya que en su casa su madre tenía una y ella le ayudaba, le pusieron definitivamente de maquinista durante 10 años.

Tras esta etapa decidió formar su propia familia, mientras desarrollaba el trabajo presencial de la fábrica se dedicó también a hacer faena en casa y al trabajo de ser madre. Una jornada continua sin descanso que duró 12 años. Fueron tiempos duros, pero también bonitos: ver crecer a sus dos hijas sentadas a su lado, cantarles mil y una canciones, enseñarlas a leer, contarles cuentos mientras trabajaba… son recuerdos imborrables que llenan a Isabel de orgullo.

Como madre luchadora y con sus hijas ya más crecidas, tuvo que tomar la decisión de seguir en casa o volver a incorporarse a la vida laboral. Decidió volver a una fábrica compaginando el cuidado de sus hijas y su propio crecimiento laboral. No fue fácil volver después de tantos años y recuerda que la sensación en la barriga era «como asomarse a un precipicio», pero las ganas y la ilusión transformaron esas sensaciones en motivación e hicieron que se adaptará enseguida.

Fue tan rápida su vuelta al trabajo que tuvo que viajar a Rumanía a trabajar al guarnecido que la empresa tenía allí. Durante años siguió enriqueciéndose como profesional y como persona.  La última empresa en la que ha trabajado nuestra homenajeada fue Pertini, marca a la que le guarda un gran cariño. En ella terminó su vida laboral y se jubiló enamorada de su profesión.

Ahora, por fin, le toca descansar. Un descanso que compagina con el cuidado de su madre y de sus «tesoretes» como ella misma llama a esos nietos que la llenan de energía. Isabel solo pide mucho tiempo a la vida para verlos creces.

Isabel es una mujer sencilla, humilde y trabajadora. Orgullosa de la fortaleza que ha tenido para vivir su vida a su manera. Isabel es una persona agradecida y al respecto nos cuenta de forma literal: «Llevo en mi corazón y doy mi agradecimiento a todas y cada una de las empresas en las que he trabajado, a todas las grandes personas que he conocido en este camino y con las que he compartido tantos momentos. Y por encima de todo a mi marido, mi compañero de viaje en este camino llamado vida que a veces (muchas) tiene demasiadas piedras. Con su mano pendiente de que yo no cayera siempre ha sido más fácil».

«Sin dudas, como ven todos ustedes, Isabel es digna de este homenaje», concluyen desde la asociación Mujeres en Igualdad de Almansa.

Este artículo está englobado dentro del acto-homenaje a 8 mujeres almanseñas que la asociación Mujeres en Igualdad realizó el viernes, 11 de marzo, con motivo del Día Internacional de la Mujer. Para conocer todas las historias haz clic en este enlace: Mujeres de Almansa.