El libro de visita del Castillo de Almansa tiene una firma muy especial. Hoy os contamos una historia simpática y sin mayor importancia pero que concentra muy bien el valor que tiene nuestra ciudad como lugar hospitalario, acogedor y generador de recuerdos valiosos para toda la vida.
Era 9 de agosto de 2023, una calurosa jornada de verano en la que nuestra protagonista, de tan solo 3 años, visitaba por primera vez junto a su madre la ciudad. Hablamos de la mejor escaladora del Castillo de Almansa que existió nunca. Y es que nadie en la historia subió y bajó con mayor ímpetu, alegría e incluso carácter competitivo las interminables escaleras de esta fortaleza. Su nombre es Triana Claros Moreno.
Con su grupo de amigas, la pequeña madrileña subió la fortaleza con mucha ilusión. Fijándose en aquellos pequeños detalles que a los mayores se nos escapan. La barbacana le hizo volar su imaginación, viajando mentalmente hacia una batalla que nunca sucedió e imaginándose como una valiente guerrera defendiendo la puerta de acceso al Castillo.
En el centro de interpretación donde se encuentran las excavaciones del aljibe y el museo, alucinó con la maqueta del castillo, con las armaduras de los caballeros y cómo no, con la realidad virtual, la cual no pudo marear a nuestra protagonista, sino que le dio más ganas de seguir descubriendo.
Ya fuera pudo encontrar mejor que nadie los restos prehistóricos de animales en la roca caliza del Cerro del Águila y con más fuerza e ímpetu que nadie, bajo abrasadores 37 grados, subió sin mayor problema hasta la Torre del Homenaje, donde las vistas le hicieron disfrutar como a nadie.
Bajando, aunque ya afloraba el hambre y el cansancio (sobre todo en sus amigas adultas), Triana continuaba bajando y subiendo escalones como si lo fueran a prohibir. Sin duda, una gran atleta que conseguirá alcanzar otras muchas cumbres de mayor.
Fue al pasar por el Centro de Interpretación ya en la salida cuando vio el libro de visitas y sin dudarlo, quiso dejar su impronta y recuerdo en Almansa. Su madre le acompañó para poder escribir su nombre, pero Triana, sin ningún tipo de ayuda, comenzó a plasmar letra a letra su nombre y la inicial de su apellido. Su madre, orgullosa, hizo una foto a esa firma y con mayor alegría y satisfacción dijo a sus amigas: «Esta es la primera vez que Triana escribe su nombre ella solita».
Y de esta manera, con una historia convencional y sin mayor importancia, allí quedó la primera firma personal de Triana. Un hecho que no tendrá mayor relevancia es su vida, pero que siempre mantendrá unida a esta familia madrileña con Almansa. Y ahí radica el valor de esta trivial historia: la vida, al igual que nuestra ciudad, es un constante cruce de caminos y debemos permanecer alerta para discernir los momentos verdaderamente buenos, ya que hasta el gesto más simple puede contener un enorme valor cargado de sentido y amor.