Daniela Lapeña, 11 años, categoría: alevín de segundo año. Delantera extremo. Empezó a jugar al fútbol a los 4 años, en las escuelas Paco Higueras, Almantour y UD Almansa. Irene Balón Soriano, 13 años, categoría: infantil. Central. Empezó con 5 años en las Escuelas de Fútbol Almansa. Ángela Martínez Ávila, 13 años, categoría: cadete. Delantera. Empezó a la misma edad en Almantour y UD Almansa. Clara Sánchez Milán, 14 años, categoría: cadete. Defensa lateral. Empezó con 9 años en las mismas escuelas. Ángela y Clara que ya están federadas y juegan partidos. Las dos primeras, solo entrenan. Son las cuatro futbolistas más jóvenes de Almansa. Niñas guerreras.
Tras conocerlas a todas, decido entrevistar a las dos jóvenes más veteranas del fútbol femenino: Paloma Quero Molina y Rocío Costa. Ellas ya han subido un escalafón más importante: están en la Residencia de la Universidad Laboral. La primera de ellas juega en la Fundación Albacete B, que está en la categoría 1ª Nacional grupo 7; y la segunda está en la Fundación Albacete C y juega en la Liga Regional de Castilla la Mancha.
Paloma tiene 16 años y juega de extremo. Le gusta del fútbol que es «un deporte en el que haces muy buenas amistades», ya que, al final, «estás todos los días con tus compañeras compartiendo vestuario». Celebra que, en su caso, el equipo está «muy unido». Además conoce mucha gente nueva en torneos, partidos, selecciones, etcétera. Pero, sobre todo, está en el fútbol por la emoción, los nervios antes de antes de los partidos, la felicidad cuando el equipo marca un gol.
La joven dice compaginarlo bien con los estudios, aunque con esfuerzo, ya que entrenan casi todos los días y prácticamente durante toda la tarde. Tiene que sacar tiempo para estudiar por las noches o por las mañanas. Añade que existe «discriminación con respecto a los chicos», pero que poco a poco se están igualando, y que cada vez más gente sigue el fútbol femenino.
Rocío, de la misma edad, es defensa central. Del fútbol le encanta todo, y desde bien pequeñita. Le hace desconectar, pues, añade, que este deporte «no es solo físico», sino que también genera «mucha concentración y ejerce el pensamiento». Gracias a este bonito deporte «he aprendido y sigo aprendiendo muchísimas cosas de todo tipo», expresa.
Al igual que Paloma, coincide en que existe discriminación con respecto al fútbol masculino, pero que «cada vez está habiendo más igualdad». Sin embargo, expone que la diferencia «se puede ver en el día a día, en cómo las noticias de televisión dedican muchísimo más tiempo a deportes masculinos que femeninos». Y comenta que «un deportista de élite puede llegar a cobrar mucho más que una deportista, estando al mismo nivel. Aún falta mucho por hacer».
Al rato, comento con sus madres cómo ven a sus hijas en la actualidad. La madre de Rocío, Amparo, dice que está creciendo como persona y deportista. Que prefiere que esté haciendo lo que le gusta a que se hubiera dedicado a algo que no la apasionara. La ve como «una niña luchadora», y está convencida de que todo lo que se proponga, con esfuerzo y constancia, lo conseguirá.
La madre de Paloma lo tiene claro: le gusta mucho el rumbo de vida que ha tomado su hija, porque la ve «feliz y disfrutando mucho de hacer lo que más le gusta en el mundo, que es jugar al fútbol». Valora el esfuerzo y sacrificio que su hija ha dedicado a ello, y se enorgullece de que tuviera claro desde niña que ese era su camino. «Siempre la apoyaré, en todo lo que esté en mi mano», promete.
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