Crónica del apagón en Almansa | El apagón generalizado que afectó este lunes a toda la península ibérica y parte del sur de Francia se vivió en Almansa con una mezcla de preocupación y calma. A pesar de la magnitud del corte eléctrico, que dejó sin luz a toda la ciudad, la vida en las calles transcurrió sin incidentes graves y sin alteraciones importantes de la rutina. Lo más destacado del día, sin duda, fue comprobar cómo nuestra vida no solo se limita a lo eléctrico, a lo digital. Foto | La Tinta de Almansa (Castillo Peluquero realiza cortes en plena calle durante la tarde del apagón)
Sobre la una de la tarde, la principal diferencia con un día habitual fue la caída total de los semáforos, que quedaron fuera de servicio, y la activación de algunas alarmas de sistemas de seguridad en negocios locales. La falta de señal móvil complicó las comunicaciones, generando algunos momentos de ligera inquietud, especialmente a las puertas de los colegios, donde numerosos familiares esperaban la salida de niños y niñas al no poder contactar con ellos. Aun así, como decimos, todo con la extraña normalidad que se vivió en toda España.
Por toda la ciudad, se veían patrullas de la Policía Local, Guardia Civil y efectivos de Bomberos, que mantenían una vigilancia constante ante cualquier posible incidencia.
La imagen más llamativa de la jornada fue la de decenas de trabajadores apostados a las puertas de negocios, bancos, bares y tiendas, charlando en corrillos y observando con curiosidad la situación. Al depender de la energía eléctrica para su actividad diaria, la mayoría de los comercios se vieron obligados a suspender su funcionamiento.
Dentistas dejan a sus pacientes con anestesia o terminando intervención «como podían», clientes sin poder pagar con tarjeta en ciertos negocios, farmacias que no pueden dar recetas electrónicas, bares y restaurantes muy preocupados por todo el genero comprado de cara a Fiestas de Mayo… Todo ello con normalidad y sin mayor preocupación que la incertidumbre que todos teníamos. En la calle Pintor Adolfo Sánchez, un peluquero arreglaba a sus clientes en plena calle. Los bazares y tiendas de electrodomésticos se quedaron sin pilas, velas y transistores. Cómo nos hemos acordado… ¡cuánta falta hace una radio pública en Almansa! ¡Cuánto bien hubiera hecho este día!
En las calles, la ciudadanía comentaba lo sucedido con nerviosismo pero también con humor, dejando claro que, a pesar de la incertidumbre, tenemos un carácter especial y que en ningún momento cundió el pánico en Almansa.
Ya por la tarde, parques y avenidas peatonales rebosaban de vida social: cientos de viandantes paseaban cual soleado domingo, grupos de muchachos llamaban a gritos a las ventanas de sus amigos ante la falta de telefonillos, la vecindad comentaba con alegría la situación y reforzaban el sentimiento de pertenencia a la comunidad. Las personas recorrían la ciudad mirándose a la cara, con la cabeza alta y los móviles se mantenían en silencio o apagados, sin interrumpir esta maravillosa paz que nos dejó el apagón.
Poco a poco el ocaso llegaba, y las terrazas de casas y pisos presenciaban cálidas cenas a la luz de las velas. La oscuridad se cernió sobre Almansa y la electricidad no volvía. Se podía haber pasado miedo, pero entre las tinieblas, la luces azules de Policía Local y Protección Civil iluminaban las fachadas de los edificios en una patrulla que gritaba en silencio: No os preocupéis, estamos aquí.
Antes de caer la madrugada, hijos e hijas acudieron a casa de sus padres y madres ya ancianos, quienes los recibían con alegría.

Parece que perder la luz durante unas horas, sirvió para iluminar el camino a seguir. El estar en soledad e incomunicados, fue la mejor manera de recordar que estamos juntos en el mismo barco, que una simple llamada a tu vecino puede servir para recibir ayuda. Sin duda, un día histórico, la ausencia de electricidad nos devolvió la humanidad.