01/08/2025

El periódico digital de Almansa

«Obras son amores y no buenas razones», por Juan Milla

«He luchado mano a mano por la justicia social (incluyendo los derechos LGTB) con personas cristianas. Ellas me han enseñado que hay formas de vivir la religión alejadas de dogmas sociales dañinos»
Juan Milla artículo lgtbifobia

Artículo de opinión escrito por Juan Milla, trabajador social y miembro de Almansa Entiende, en alusión a la réplica dirigida a este medio, firmada por la dirección educativa de los centros privados concertados católicos de Almansa, Esclavas de María y Colegio Episcopal, a raíz de la publicación de un editorial que puso de relieve que solo hubo dos centros que no participaron en el Certamen Escolar de Dibujo y Pintura organizado por el Ayuntamiento de Almansa para el Día Internacional del Orgullo LGTBI. Coincide, además, con que son los dos únicos centros de la localidad donde, a día de hoy, no se ha importado nunca un taller del proyecto Las Aulas Entienden contra el acoso escolar por motivos de orientación sexual o de género, que Almansa Entiende imparte de manera gratuita y altruista desde el curso 2018/2019. La Tinta de Almansa pretende ser un medio plural, cuyo objetivo es contribuir al debate constructivo y edificante sobre la realidad social de Almansa, como demuestra la publicación de ambas cartas. Gracias.

Terminé 2º de Bachillerato en el I.E.S. José Conde en 2007, 2 años después de que se aprobara el matrimonio igualitario. A pesar de que se había cumplido ese hito histórico, mi recuerdo de esa época es que en el instituto vivíamos con total ajenidad a ese tipo de noticias. No me acuerdo de haberlo comentado con mis compañeras y compañeros de clase, ni tampoco de que ningún docente lo propusiera como tema de debate o de que siquiera lo mencionara.

Lo que sí que recuerdo es un día allá por 3º o 4º de la ESO en el que, mientras que la profesora se preparaba para empezar la clase, entre varios compañeros nos reíamos de Mauri, el personaje gay con pluma de Aquí no hay quien viva. La profesora, que nos escuchó, aprovechó para explicarnos muy tranquilamente que nuestro problema era que no habíamos conocido apenas personas homosexuales reales y que nuestra visión estaba condicionada por un estereotipo del que se hacía uso en la serie de comedia. La materia de la clase que estaba por empezar (o que ya había empezado) era nada más y nada menos que Religión Católica.

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En el instituto recibí charlas de todo tipo: seguridad vial, drogas e incluso un taller de educación sexual. El pequeño discurso de la profesora de religión es el único momento de mi trayectoria educativa en el que una persona adulta nos habló de la homosexualidad (masculina, en este caso) con naturalidad y sin eufemismos a mí y a mis compas de clase. También recuerdo a otra profesora que nos dijo que a ella le gustaba «la carne y el pescado», armando un buen revuelo en clase, al que ella respondió señalando nuestra intolerancia y recomendándonos que abriéramos la mente.

Cuento esto, por dos cuestiones. La primera es que esta experiencia se suma a la de muchas personas LGTB+ que vivimos nuestra infancia y adolescencia con mucha confusión por la gran falta de información sobre nuestra realidad. Este desconocimiento no sólo era nuestro, también, por supuesto, de nuestros compañeros y compañeras cis-heterosexuales (personas no LGTB). Que las personas LGTB+ crezcamos sabiendo que nuestra orientación sexual y nuestra identidad de género es solamente una posibilidad entre muchas es necesario para nuestro sano desarrollo, que las personas de nuestro alrededor lo tengan en cuenta, también. Pero digo más, que las personas cis-hetero conozcan que su manera de vivir la sexualidad también es sólo una posibilidad entre muchas es igualmente importante para ellas mismas (de hecho, tenía pensado escribir sobre este tema).

El segundo motivo por el que cuento aquí esta historia es que quiero transmitir mi convicción de que religiosidad (independientemente del credo) y LGTBfobia no tienen por qué ir unidas. Atesoro con mucho cariño el recuerdo de Cecilia (mi profe de religión, le he cambiado el nombre, porque no le he pedido permiso para nombrarla en un artículo de periódico) hablándonos de Mauri, creo que supuso un apoyo en mi proceso de aceptar mi orientación sexual.

Yo soy ateo. Antes era agnóstico, pero asistir a fenómenos como un genocidio televisado no permite a mis cortas entendederas considerar la posibilidad de la existencia de algo omnisciente, omnipotente y bondadoso. Sin embargo, conozco a unas cuantas personas cristianas (y también a alguna musulmana) con las que he luchado mano a mano por la justicia social (incluyendo la lucha por los derechos LGTB). Ellas me han enseñado que hay formas de vivir la religión alejadas de dogmas sociales dañinos y que se puede predicar con el ejemplo.

No les he preguntado, pero estoy seguro de que ninguna de estas personas entendería como amor, ni como misericordia, ni como perdón cristiano que instituciones religiosas exijan a un periodista que se retracte en su ejercicio de libre opinión bajo la amenaza de emprender acciones legales.

Desconozco si los colegios religiosos almanseños llevan a cabo alguna acción educativa concreta para dar a conocer la diversidad sexual a su alumnado y prevenir el acoso escolar LGTBfóbico. Sé que desde Almansa Entiende hemos ofrecido nuestros talleres a todos los colegios de la localidad y que sólo hemos conseguido impartirlos en los colegios públicos. Doy por hecho que valores como la tolerancia y la convivencia son parte del currículum de cualquier centro educativo (también del IES José Conde de principios de los 2000). Pero las experiencias de las personas LGTB nos confirman que esto no es suficiente.

Para que las niñas, niños y niñes crezcan de manera sana es necesario que sus educadores nombren y normalicen la diversidad sexual. Y esto es así porque vivimos en una cultura para la que la cis-heterosexualidad, no es solamente la manera mayoritaria de vivir la sexualidad, sino la norma. Una sociedad en la que el máximo representante de su religión mayoritaria dice que «ya hay demasiado mariconeo» en los seminarios (por decir algo de actualidad y no hablar de las ideas indiscutiblemente machistas y heterosexistas de su doctrina oficial) y en la que se encarcelaba a mujeres trans por el hecho de serlo hasta hace poco más que 35 años.

Frente a la LGTBfobia que todavía forma parte de nuestra estructura social y raíces culturales, los talleres de diversidad sexual y de género que imparte Almansa Entiende son pequeñas semillas que sólo darán fruto si toda la comunidad educativa se compromete en la lucha por la igualdad.

Como sociedad tenemos mucho que hacer. Por ejemplo, este orgullo nos dimos cuenta de que no sabíamos qué pasó en el pueblo durante la dictadura con las mujeres jóvenes disidentes, ¿hubo en Almansa alguna institución que formara parte del Patronato de Protección a la Mujer? También reflexionamos sobre lo que sufrieron muchos niños (especialmente aquellos con una expresión de género más femenina) en nuestra localidad a manos de quienes tenían que velar por su educación. Estaría genial que en este ejercicio de reparación, reconocimiento del daño y memoria LGTB se implicaran las instituciones, de todo tipo.

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Un comentario

  1. El reto mayor que tiene nuestra civilization Occidental es que no nacen suficientes nin̈os y caminamos hacia la despoblacion de nuestros pueblos y el cambio de nuestra gente espan̈ola por invasores mas prolificos a la hora de parir. No se deberia de ayudar mas a las familias para reverting esta situacion. No deberia de ser la familia el eje de todo? Yo,por supuesto que creo en DIOS,en nuestra cultura y en nuestras tradiciones y pido un milagro para que desde la politica y desde el ayuntamiento,etc se priorice la a la familia por encima de todo

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