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28/03/2024

El periódico digital de Almansa

‘Greenpiss’, risa para protestar por el medio ambiente

El público de Almansa llora de la risa con el último montaje de Yllana, una sátira sobre la ecología y el futuro de nuestro planeta
Greenpiss, por Yllana

Yllana regresó este domingo a Almansa y volvió a cosechar un gran éxito en el Teatro Regio. La compañía puso en escena Greenpiss, su último montaje, una desternillante y mordaz sátira sobre el ecologismo y el futuro del planeta. El público disfrutó de lo lindo con el espectáculo, como quedó demostrado con la gran ovación que despidió a la compañía. El personal del área de Cultura se esforzó para que el teatro fuese un lugar seguro y sus asistentes pudieran llorar de la risa con Raúl Cano, Fidel Fernández, Jony Elías y Juanfran Dorado.

Esta cuádrupla de actores se desdobla en infinidad de personajes dando vida a «un desmadre eco-ilógico» (sic) con gags sobre el calentamiento global, la producción abusiva de plásticos y envases, la tala indiscruminada o el consumismo desenfrenado… Incluso aparece una Greta Thunberg hilarante. La función arranca y el espectáculo, dice una voz en off, está patrocinado por Nonsanto, la insaciable multinacional que estará presente hasta el final de la obra.

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Durante dos horas, Yllana —y el público con la compañía— se ríe de un tema tan delicado como es la conservación del planeta y de quienes lo habitamos. Con su humor, los actores cargan contra las grandes compañías, ávidas de beneficios, que no cuidan el medio ambiente pero que se pintan de verde y te hacen creer que sí lo hacen. A veces hay silencios. El público corta su risa de pronto, cuando los intérpretes se ponen en la piel de una vaca en el matadero o en la de un bañista que resurge de las aguas con un bañador confeccionado con bolsas de plástico.

Pero Greenpiss también satiriza las contradicciones de esos activistas por la naturaleza que usan sprays, camisetas de marca, fuman y comen hamburguesas. Pone contra el espejo a ese postureo del reciclaje que no sirve más que para tranquilizar nuestra conciencia y, a la vez, ensalza a los grupos ecologistas que de verdad se juegan el pellejo por combatir una sociedad diseñada para que la bota siempre aplaste a la hormiga.

La obra está compuesta por sketches a través de los cuales Yllana critica las macrogranjas, el maltrato animal, la tala de bosques, la suciedad de los mares o el amor imposible entre una ecologista y un hombre que ama las barbacoas. Finalmente, los cuatro actores añaden un quinto: el público, que se hace partícipe de la trama y acaba gritando «¡Save the planet!» antes de abuchear al ávido empresario. Una prueba más de que no hacen falta estudios ni pruebas científicas para saber lo que está bien y lo que no. Con una onomatopeya basta.

Las butacas se ven arrastradas por el teatro gestual de Yllana, los y las asistentes ríen, aplauden, hacen de brisa marina, de gaviota o de barco. A la compañía le cuesta marcharse, salen y vuelven a salir, se doblan y redoblan ante un público que se ha dejado querer. Saben que en Almansa juegan en casa.

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