Hoy hablamos del octavo libro de Antonio Cebrián Fito: «Apuntes sobre la historia de Almansa: La industria del calzado». Está dedicado, en esta ocasión, al calzado de Almansa desde su origen y primeros datos de hace cientos de años hasta el más reciente 2009. Un camino duro y difícil desde el principio, pasando por todo tipo de situaciones hasta llegar a principio del siglo XXI. Es en 1465 cuando se dice que Sancho López, proveniente de la vecina localidad de Ayora, desembarca en Almansa como su primer artesano zapatero. En aquellos tiempos, y dependiendo del estatus de cada familia, sólo se podía acceder a un tipo de calzado determinado; desde las abarcas, típicas para labrar en el campo, a otros tipos de zapatos o botas de la época.
Cuenta una curiosa anécdota que Sancho no era tan buen zapatero como se podría pensar, y no duró mucho en esta profesión. El segundo nombre de esta historia, Alonso de Luna, nos lleva hasta el año 1505. No es hasta finales del 1800 cuando se tiene constancia de las primeras fábricas como tal de calzado en Almansa. Tres empezaron su andadura, dirigidas por Francisco Coloma Matías Villaescusa y Juan Arráez.
La historia más cercana del calzado en Almansa
En 1913, se crea Calzados Sendra, única empresa de la época que se mantiene en pie hoy en día. En 1930, existirían tres grandes fábricas: Coloma, Eugenio del Rey, y la nombrada Sendra.
Le siguieron, más adelante, Clotilde Sender, Gascón Masó Vera, Girón (posteriormente Sancho Abarca). Llegaron a tener sus propios economatos y empresas auxiliares para todo el proceso necesario para producir calzado.
Durante la época de la postguerra, llegaron años duros. El acontecimiento más importante fue la caída de Calzados Coloma por cuestiones políticas.
En aquellos días, solo se trabajaba tres días a la semana y, para buscarse un mejor porvenir, se produjo una salida de zapateros almanseños hacia Elda o Elche.
Más adelante, hacia finales de los 70, se produjo una situación inversa con la llegada del esplendor del calzado almanseño. Un buen número de autobuses se encargaban de traer de localidades cercanas a zapateras y zapateros (sobre todo las primeras) para realizar su jornada repartidos en un gran número de empresas.
Incluso algunas fábricas llegaron a tener su propio equipo de fútbol.
En los finales de la primera década de los 2000, la crisis azotó el mundo y llegó el declive de muchas de las grandes empresas. El cierre también afecto a pequeñas empresas o talleres de servicio.
Es justo en este momento, en el año 2009, cuando Antonio Cebrián termina su repaso a lo que ha sido el auténtico pilar económico de nuestra población durante muchos años.
Antonio Cebrián, cuando la madera es tu labor y la historia tu pasión