El pasado domingo, día 25 de octubre, el Gobierno decretó un nuevo estado de alarma, con las consiguientes medidas restrictivas, debido al constante aumento de infectados y fallecidos en las últimas semanas por el COVID-19.
Las pandemias históricas que azotaron el mundo
Esta situación se alarga siete meses ya y no parece tener final a corto plazo. Sin embargo, si echamos la vista atrás, veremos cómo la Humanidad ha convivido durante toda su existencia con constantes y variadas enfermedades similares. Para el caso de nuestra ciudad, el estudio de la documentación escrita permite conocer noticias sobre distintas epidemias: peste bubónica, cólera, tercianas o paludismo, sarampión, tifus…
Así sucedió con la peste de los años 1453, 1466, 1472, 1491, 1493/94, 1530, 1536, 1564, 1599, o 1648; tercianas en 1708, 1786 y 1802; cólera morbo en 1834 y 1854; tifus de 1868; sarampión en 1880; cólera de nuevo en 1885; gripe «española» de 1918… por citar solo algunos ejemplos. Y es que las enfermedades asaltaban de manera cíclica a nuestros antepasados/as, y había que convivir con ellas.
Tras muchos avances, la mejor solución es…
Hoy en día, afortunadamente, contamos con grandes avances en sanidad, higiene y prevención en las últimas décadas, los cuales parecían haber desterrado de nuestras vidas los peligros de estas terribles enfermedades mortales (o no, el SIDA apareció en los años 1980 y aún continua activo). Como sabemos, esta confianza se ha demostrado equivocada con este nuevo virus del COVID-19 para el que de momento no hay vacuna ni tratamiento, únicamente la prevención.
Y lo que la Historia nos enseña en este campo es que, una vez declarada una epidemia infecciosa, la única medida efectiva era el aislamiento. Aparte de otros remedios que en cada momento se pudieron llevar a cabo, más o menos afortunados.
Almansa frente a las epidemias
En el año 1599, Almansa fue invadida por una epidemia de peste que la hizo perder hasta un tercio de su población. Las gentes que se lo pudieron permitir (en su mayoría de clase alta), se refugiaron en las casas de labor del contorno para esperar con cierta seguridad el final de la enfermedad.
En cuanto a las localidades vecinas (Chinchilla, Fuente la Higuera, Yecla, etc.), dispusieron un cinturón sanitario de seguridad alrededor de Almansa para impedir que ninguno de sus vecinos/as pudiese salir y propagar la enfermedad. Ello evitó efectivamente el contagio de sus poblaciones. Aunque para Almansa supuso el desabastecimiento y un número mayor de víctimas mortales provocado por la falta de alimentación adecuada.
¿Qué podemos hacer en la actualidad?
Trasladado a la actualidad, no sería recomendable otro confinamiento como el de los meses pasados, que provocaría una nueva paralización de la economía y pondría en peligro nuestros modos de vida. Difícil equilibrio.
Por tanto, hemos de convencernos de que únicamente un confinamiento parcial más las medidas de aislamiento social ya conocidas (uso de mascarilla, ventilación de espacios cerrados, higiene de manos, disminución de salidas innecesarias, etc.) podrán reducir el peligro. Debemos así armarnos de paciencia y colaborar a la espera de que la situación mejore. Y no hay ninguna duda de que lo hará, antes o después.
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