Lello, la librería más bella del mundo | Tener la oportunidad de viajar a Oporto es sin duda un placer para los sentidos. Un paseo por la Ribera al atardecer, o subir a alguno de sus tranvías históricos, tomar una copa de vino en alguna de sus famosas bodegas, escuchar fado o perderse por el antiguo barrio Do Barredo, serán sin duda experiencias únicas e inolvidables.

Pero también será de obligado cumplimiento y a nadie dejará indiferente, visitar la librería más bonita del mundo. LELLO, como así se le conoce, es una puerta viva de acceso a la historia por la continua perseverancia del edificio, por el mantenimiento de su función original como librería, por el papel de embajadora, y por la dinámica cultural que continúa imprimiendo a la ciudad de Oporto.

El interés creciente por la librería Lello se proyectó en la última década a la esfera mundial con su recurrente y acertada designación como «la más bella librería del mundo» por agentes de información de renombre internacional.

En el año 2015, la revista TIME calificó la librería Lello como una de las más bellas e interesantes del globo, al mismo tiempo que recomendaba Oporto como un destino turístico de gran interés, por lo que el continuo flujo turístico en la ciudad hace de la librería Lello, el espacio más visitado, no museológico de la ciudad, lo que obligó a una nueva organización de la visita del edificio, sin apartarlo de su verdadera esencia: una librería del mundo en Oporto, abierta a los lectores, escritores y visitantes.

Un año más tarde, en 2016, Lello asumió el reto de intervenir en el edificio con la precisa de proteger su patrimonio, restaurándolo y conservándolo para el futuro.

La variedad de colores que en la actualidad podemos observar en la fachada neo-gótica estuvo un tiempo escondida a lo largo de varias décadas, por capas de pintura de tonos amarillentos que habían sido aplicadas a lo largo del pasado siglo.

En su interior, llama la atención su emblemático vitral, responsable de la luminosidad interior, restaurado al mismo tiempo que se adecentaba su fachada, realizándose todo ello con la librería en pleno funcionamiento.

En el año 2006, el edificio centenario era un icono global, a lo que contribuyó la escritora norteamericana J. K Rowling, frecuentadora asidua del lugar, durante el periodo que vivió en Oporto como profesora de inglés, y en donde se habría inspirado para escribir su famosa obra conocida como la saga Harry Potter. Los fans y lectores de esta maravillosa historia fantástica infantil encontraron tantos puntos de contacto entre el ambiente de la célebre escuela de hechizo y Oporto, que la librería Lello se convirtió en parada obligatoria para todos los potterheads.

En el año 2016, durante el lanzamiento mundial de The Cursed Chidd, se dieron cita más de 20.000 lectores de la saga junto a la librería Lello para conocer de primera mano la portada de tan esperada edición. En esta ocasión el evento movilizó fans y curiosos, y la librería batió un récord de ventas de 6.000 ejemplares de la obra en una sola noche.

Tras deambular durante horas entre estantes, miles de libros, de quedar absorto y admirado al conocer la intrahistoria de tan encantadora y coqueta librería, escogí, «Ensayo sobre la ceguera», de José Saramago; un clásico de la literatura portuguesa y quizás de la literatura mundial.
Con el libro en mis manos, marché a visitar la Torre de los Clérigos y al atardecer, frente a mi hotel en la Rua de Santa Caterina se encontraba la famosa cafetería Majestic…, tomé café y comencé a leer las primeras páginas del libro que había adquirid horas antes en Lello.

—Un hombre está esperando en su auto la luz verde del semáforo, súbitamente comienza ver todo blanco, se quedó ciego, comienza a gritar—

Lello, la Torre de los Clérigos y el café Majestic, tres lugares junto a los muchos a tractivos que tiene Oporto, que nadie debe dejar de visitar, sin olvidar el placer culinario de probar los tradicionales buñuelos de bacalao o el famoso sándwiches que allí le llaman francesinha.

Alfonso Hernández Cutillas. Marzo 2024.

«Saramago, la lucidez de un Nóbel», por Alfonso Hernández Cutillas