01/11/2024

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«Jordi Llopart y el Club de los Olvidados», por Jose Luis Ródenas

El marchador nos dejó en el año en el que se han cumplido 40 años de su medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Moscú
Jordi Llopart (Foto_ RIA Novosti archive Yuriy Somov

El pasado 11 de noviembre de este fatídico 2020 falleció el atleta Jordi Llopart a los 68 años de edad. Se fue pronto, demasiado pronto y sin el reconocimiento social y deportivo que merecía.

Jordi Llopart Ribas nació en la localidad catalana del Prat del Llobregat, el 5 de mayo de 1952. Precisamente en esos años cincuenta del siglo XX, la dictadura franquista comenzó a ver la luz internacionalmente, tras el cordón sanitario que le impusieron las potencias europeas (Francia y Gran Bretaña) una vez concluida la II Guerra Mundial en 1945. Estados Unidos, vio en Franco un aliado en Europa para combatir el comunismo. El presidente norteamericano, Eisenhower firmó con el régimen franquista una serie de acuerdos mediante los cuales, la dictadura recibiría una parte del famoso Plan Marshall que se usó para reconstruir Europa tras seis años de guerra. A cambio, España se comprometía a permitir a Estados Unidos la creación de bases militares como fueron las de Rota, Morón, Zaragoza y Torrejón de Ardoz.

Sin embargo, y a pesar de que a España, realmente, llegaron migajas de ese Plan Marshall, sirvieron como punto de partida para que el país fuera abandonando la autarquía y comenzara su andadura hacia la modernidad económica que Europa comenzaba a abrazar. Además, gracias al blanqueamiento de la dictadura que la máquina propagandística estadounidense comenzó a realizar, el resto de potencias e instituciones europeas y mundiales no comunistas comenzaron paulatinamente a suprimir el aislamiento al que habían sometido a España desde el final de la contienda.

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En ese contexto, nació y creció Jordi Llopart. Su padre, Moisés Llopart, se convirtió en entrenador de su hijo. La disciplina atlética en la que se especializó fue la marcha deportiva y junto a Josep Marín se convirtió en el referente del atletismo español en dicha especialidad. En 1978, logró la primera medalla de oro para el atletismo español al lograr el triunfo en los 50 kilómetros marcha del Campeonato de Europa celebrado en Praga.

Dos años después, en 1980, Llopart se colgó la presea de plata en los Juegos Olímpicos de Moscú (por cierto, unos JJOO a los que España se planteó no acudir, ya que determinadas voces solicitaron que se sumara al boicot liderado por Estados Unidos), convirtiéndose también en el primer medallista olímpico de la historia del atletismo español. El atleta catalán participó en tres JJOO: Montreal en 1976, los citados de Moscú en 1980 y los de Los Ángeles en 1984. Fue el pionero junto a Marín de la marcha española y una vez retirado de las competiciones ejerció de entrenador de grandes marchistas españoles como Daniel Plaza (oro en los JJOO de Barcelona en 1992) y Jesús Ángel García Bragado.

Jordi Llopart se convirtió en una leyenda del atletismo y del deporte español. Sin embargo, como les ocurrió a otros deportistas de su generación y de algunos años antes, no obtuvo el reconocimiento merecido. Esta situación de olvido y de escasa memoria social que instituciones y ciudadanía mostraron con el marchador español no es única. Deportistas como el ciclista nacido en la localidad conquense de Priego, Luis Ocaña (en el mundo del ciclismo algunos lo conocían como “el afrancesado”), ganador, entre otras muchas carreras, del Tour de Francia de 1973 y de la Vuelta Ciclista a España de 1970, tuvo más reconocimiento social en Francia que en España. De hecho, acabó estableciendo su residencia en la localidad de Mont-de-Marsan en el país vecino.

El propio Federico Martín Bahamontes, primer español que ganó el Tour de Francia en 1959 reconoció en una en una entrevista el 30 de diciembre de 2011 que tenía la sensación de que en Francia se habían reconocido más la importancia de sus triunfos que en España. El tenista Andrés Gimeno, ganador del torneo de Roland Garros en 1972, pasó los últimos años de su vida en una precaria situación económica y un grupo de notables jugadores del tenis español hubieron de reunirse con la intención de recaudar fondos para ayudarle. También el fondista Mariano Haro fue víctima del olvido, incluso cuando competía, pues cuando se retiró afirmó hacerlo harto de las escasas ayudas institucionales que recibía para poder realizar su actividad “profesional”.

En el caso concreto de Jordi Llopart, sus éxitos deportivos llegaron en plena Transición democrática. No era el tiempo del deporte, no podía serlo. El país estaba sumido en una crisis económica derivada de la crisis mundial del petróleo, la sociedad se encontraba atemorizada por los cruentos atentados de la banda terrorista ETA y grupos terroristas de extrema derecha y el Gobierno de la UCD recelaba del ejército ante el temor (más que fundado) de que algunos militares perpetraran un golpe de Estado para acabar con una balbuceante democracia que comenzaba a echar a andar con muchas dificultades. El deporte no era una prioridad y menos aún el atletismo, que vivía como el resto de disciplinas deportivas, a la sombra del fútbol, más si cabe, con la proximidad de la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol en España en 1982.

Los triunfos de Llopart, por muy importantes que fueron, quedaron sepultados ante la magnitud de los retos a los que se enfrentaron los políticos de las diferentes instituciones. Sin embargo, eso no debió servir de excusa para la pérdida de memoria institucional colectiva de las gestas que el marchador logró para España. Cuando la gran recesión de 2008 desembocó en una despiadada crisis económica en la que millones de españoles vieron gravemente afectada su calidad de vida, Llopart también se vio gravemente afectado y según algunos medios de comunicación, exceptuando al COE, ninguna otra institución fue capaz de ayudarle a encontrar un trabajo con el cual pudiera ganar un sueldo digno. El propio Llopart, el pasado verano, en una entrevista concedida al diario ABC criticaba a la Generalitat de Catalunya porque según él, nunca le perdonaron que dedicara la medalla de plata olímpica a España. Sea como fuere, el atleta catalán, a pesar de su dilatado currículum y el cariz legendario de sus épicos triunfos, cayó en el olvido para la mayoría de instituciones y para la sociedad civil.

Jordi Llopart se convirtió en otro selecto miembro del “club de los olvidados”, se convirtió en otro héroe del olvido. Con su reciente partida se ha ido el hombre que puso en marcha el atletismo español y que no obtuvo el reconocimiento social y deportivo que merecía. DEP, Jordi Llopart.

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