22/11/2024

El periódico digital de Almansa

Almansa, tierra de lobos

Los llamados «loberos» eran cazadores profesionales que recibían del concejo almanseño una buena suma por cada animal capturado
Almansa, tierra de lobos por Alfonso Arráez

El pasado 22 de septiembre de 2021 se prohibió la caza del lobo en todo el territorio español, decisión controvertida y que nos hace recordar que este precioso animal existió en el término almanseño hasta hace unos 150 años, en que desapareció debido a su excesiva caza.

Desde tiempo inmemorial, durante la Prehistoria y en las etapas romana y musulmana posteriores, las escasas personas que habitaban estas tierras coexistían en una relativa paz con los animales depredadores (lobos, zorros, linces, aves rapaces…). Solo de vez en cuando se organizaba una partida de caza como reacción a un ataque a los rebaños, o debido a una hambruna que hacía imperativo la obtención de cualquier alimento.

Esta convivencia comenzó a ser cada vez más difícil a finales de la Edad Media, debido al aumento de la población almanseña (y de toda Europa en general). Nuestra ciudad pasó de 1.500 habitantes en el año 1499, a unos 3.000 cien años después. Para alimentar a este mayor número de personas se pusieron en cultivo nuevas tierras y se amplió la cabaña ganadera, lo cual redujo el hábitat natural de los animales salvajes.

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En el caso de los depredadores las consecuencias fueron dramáticas, pues la contracción de su espacio y la disminución de sus presas naturales les empujó a atacar los abundantes rebaños de cabras y ovejas que pastaban por el término. También los viajeros solitarios estaban en peligro. El aumento de los ataques provocó la lógica defensa de los almanseños a través de una decidida presión cinegética sobre estos animales. Como resultado, su número fue en disminución poco a poco.

De todos ellos, la mayor amenaza para el ganado y las personas era el lobo, como da fe la historia del pastor almanseño José Hernández, dada a conocer por Miguel J. Pereda Hernández. En 1820, mientras apacentaba su ganado fue atacado por un lobo, aunque pudo agarrar con una mano las fauces del animal y alejarlas de su cuello, mientras con la otra consiguió abrir la navaja y clavarla en el costado de la fiera. Más información en esta noticia: La curiosa historia del pastor de baja estatura que venció a un lobo en Almansa.

Los principales esfuerzos iban por tanto dirigidos a la persecución de los lobos. De ello se encargaban los llamados loberos, cazadores profesionales que recibían del concejo almanseño una buena suma por cada animal capturado. En torno al año 1550 se pagaban unos cuatro ducados por un adulto, y otros cuatro por una camada de lobeznos. Para cobrar su premio los loberos debían traer los cuerpos, exhibirlos en la plaza de Santa María a la vista de todos e informar del lugar de captura, generalmente las sierras cercanas que servían de refugio a los animales. Las técnicas de caza solían ser cepos, fosos y trampas, que permitían atrapar la pieza y llevarla a la villa.

Se conservan muchas noticias sobre estos cazadores profesionales. La más antigua es del año 1547, cuando el concejo entregó diez ducados y medio a Diego el lobero por tres lobos cazados «fuera de los terminos desta villa», en alguna sierra limítrofe: Enguera, Yecla, Mugrón… El que la caza se produjera fuera del término no era problema para pagar la recompensa, ya que el objetivo era eliminar a cualquier animal que supusiese una amenaza.

Trampa de lobos. Miniatura medieval
Trampa de lobos. Miniatura medieval

En 1601, el lobero Pedro de Xea cazó «en la partida del Agua Berde» una loba y dos lechigadas de lobeznos (camadas), que hacían un total de 16 animales. Después los trajo «a esta villa a la plaça publica, la loba muerta en carne fresca y las lichigadas de lobos bibos, y se an visto y myrado». Como pago, recibió del concejo doce ducados (cuatro por la hembra y otros cuatro por cada camada).

Noticias similares aparecen constantemente durante los siglos XVI y XVII, lo que permite conocer los nombres de aquellos loberos y sus lugares de procedencia. Curiosamente la mayor parte provenían de Fuente la Higuera, con hasta diez cazadores localizados: Alonso, Juan y Pedro Colomer (probablemente familiares); Pedro y Luis de Xea (tal vez padre e hijo); Luis Griñana, Agustín Liñán, Blas del Olmo, Martín Ponce y Francisco Rubio.

Les seguían en número los almanseños, con ocho loberos: Sebastián Martínez, Juan Navarro, Jaime Cerdán, Martín Navarro, Alonso del Encina, Salvador Hernández, Juan de Campos y Marco Martínez. De otras localidades eran Pedro de Jerez, vecino de Carcelén; Marco de Rama, de Mira (Cuenca); Francisco del Exido, de Caudete; Juan Serrano, de Yecla; Juan López, de Montealegre; y Pedro Rubio, de Moxente.

Los datos proporcionados en su día por los distintos loberos permiten establecer la distribución del lobo en el término almanseño de la época, pese a que algunos topónimos han cambiado con el paso de los años. Los hubo con seguridad en el Mugrón; en el barranco de Aguaverde, hoy conocido justamente como barranco del Lobo, límite con Caudete; en la partida de Alcoy; Fuente del Pinar; los Pozuelos; barranco la Teja; barranco Malhojar; barrancos de Cáñolas; cueva de las Armellas; barranco de Olula; los Hermanillos; Torre Grande; barranco del Paraíso; partida de la Fuente el mozo; hoya de Catín; sierra del Abad (en el límite con Fuente la Higuera); y barranco de la Pila.

Tras muchos años de acoso, en 1845 aún podían verse en nuestras sierras «liebres, conejos, perdices, churras, zorras, lobos y algún corzo…» como se lee en el Diccionario Geográfico de Pascual Madoz. Aunque realmente, estos espléndidos animales que son los lobos estaban a punto de desaparecer definitivamente de nuestro término y los colindantes.

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