La legislatura pasada fue un polvorín. Tanto el equipo de Gobierno como la oposición en Almansa, protagonizaron, día a día, polémicas de todo tipo. Pero, desde que se resolvieron las últimas elecciones, reina una extraña cordialidad política.
Empezando por los que menos quilombos quieren protagonizar: los concejales del Partido Popular. El Ayuntamiento gobierna con una mayoría incómoda. Bien es cierto que nadie gobierna a gusto en coalición, pero. tanto Roselló como el resto de ediles del equipo de Gobierno no elevan el tono más de lo debido. Rara ha sido la vez en la que los viéramos visiblemente afectados. Puede que estuviéramos acostumbrados a un «nuñezismo» cuyo discurso enérgico protagonizaba los plenos y, ahora, nos desconcierte este «rosellismo» de palabras mansas y amigables.
Luego tenemos al PSOE. Están presentando una férrea oposición, con muchas denuncias diarias, propuestas y exigencias al Ayuntamiento. También se les ha visto andar con pies de plomo: no quieren molestar a la Junta de Page ni a la Diputación de Cabañero. Además, tienen al presidente del Gobierno. Esto se traduce en episodios como el de la apertura de colegios. (¿Cuándo se vio en la pasada legislatura que el partido líder de la oposición apoyara al equipo de Gobierno?). Es precioso ver como todos remamos en la misma dirección para acabar con el COVID, pero sorprende ver al PSOE apoyar al PP. Será que nos tenían mal acostumbrados.
La transformación más grande, sin duda, la están protagonizando desde Izquierda Unida. Aquellos que no dejaban títere con cabeza en la etapa de Núñez-Roselló, hoy son concejales de propuestas educadas y declaraciones sosegadas. ¿Será que la experiencia suaviza el discurso? ¿O que una vez encontradas otras ocupaciones no queda tiempo para ser los más agresivos en la oposición? Hubo un tiempo en el que los ediles del partido izquierdista no perdían ni un segundo en llevar a los tribunales a los contrarios o a exigir su rápida dimisión, incluso sin ninguna prueba de peso. Parece que la llegada de Unidas Podemos a la Moncloa amansa a las fieras.
Luego tenemos a Ciudadanos. Podría parecer que la estructura total de un partido tan importante se basa, en Almansa, en una sola persona. Una persona que nunca se ha caracterizado por tener pelos en la lengua, pero que ahora prefiere dejar pasar la tormenta y desaparecer de la escena pública, ignorando las acusaciones de ciertos vecinos. Una técnica válida, muy utilizada por algunos importantes gabinetes de comunicación a nivel nacional, pero que no parece propia del Calatayud político que conocemos, por años y años de concejalías dentro del Ayuntamiento.
En líneas generales, todos están más o menos contentos y tranquilos, unos porque siguen con el bastón de mando, otros porque tienen a su partido controlando instituciones superiores, otros porque sienten como suya la transformación de Moncloa y otro porque es la condición sine qua non para que el equipo de Gobierno se sostenga. Quién los ha visto y quién los ve.