Javier Sánchez Roselló pasará a la Historia como el Alcalde de Almansa que hizo frente a la peor crisis sanitaria de la Democracia. En sus palabras, eso «te marca». La Tinta de Almansa se reúne con él para tratar la actualidad, cuando se cumple cerca de un año y medio desde que ganó las elecciones con el PP almanseño, en mayo de 2019. Roselló valora las acciones emprendidas por el Ayuntamiento en la lucha por frenar y paliar la expansión de la COVID-19, avanza algunos de sus planes para la recuperación económica y debate sobre la despoblación en Almansa. Además, responde a algunas preguntas sobre su futuro en la alcaldía de la ciudad.
Pregunta: Hoy hemos sabido que el pasado fin de semana se registró un récord de detecciones en Castilla-La Mancha desde que empezara la pandemia, con 1.423 nuevos casos de COVID-19 confirmados. En estos tiempos convulsos, ¿se paga cara la responsabilidad sanitaria en términos políticos o electorales?
Respuesta: En ningún momento he realizado alguna acción ni he dejado de realizarla valorando el coste político de llevarla o no a cabo. He hecho lo que pensaba que había que hacer en cada momento. Los resultados electorales vienen después. Además, no es una cuestión personal: yo soy la punta de lanza o la cabeza visible de una Administración muy cercana al ciudadano. No lo niego: esto te marca, porque se trata de una crisis sin precedentes y no había un modelo a seguir. Con esta situación, nuestros esfuerzos se centran en ver lo que se puede hacer, con qué medios contamos, en qué personal voluntario puedes apoyarte…
Tuvimos que buscar, en los mismos periódicos, información sobre otros Ayuntamientos para ver qué estaban haciendo y cómo estaban gestionando la crisis. Porque lo que sí que notamos fue un vacío de información por parte de la Administración regional, que era la competente en materia sanitaria. Yo solo tuve una conversación con Juan Camacho, Director General de Salud Pública y el portavoz oficial de la gestión y seguimiento de la incidencia del coronavirus en Castilla-La Mancha. Esto sucedió el primer día hábil tras la declaración general del Estado de Alarma. Luego le llamé varias veces y no obtuve respuesta. Tuve que enviar una carta al Consejero porque en el Hospital faltaban respiradores. En una crisis sanitaria tienes que trabajar de la mano de las personas expertas en materia sanitaria. Si las personas expertas no te cogen el teléfono, difícilmente.
Los ayuntamientos nos hemos tenido que reinventar, mirándonos los unos a los otros. Sin embargo, desde el gobierno regional, se nos ha tildado de que lo único que teníamos que hacer era organizar que se barriera con más frecuencia y suspender unos cuántos servicios. Al contrario: hemos tenido que dar respuestas rápidas, tratar de ayudar a los sectores más perjudicados, a los hosteleros, a la restauración, a los negocios locales, al mundo de la Cultura… Fuimos de los primeros ayuntamientos que retomaron los primeros plenos presenciales con muchísima precaución (la primera prueba se hizo en mayo). Sin embargo, en la Diputación continúan reuniéndose por videoconferencia. Nosotros hemos querido ser ejemplo, recuperar la normalidad cuanto antes y trasladar a los vecinos que no se puede vivir con miedo. Hay que vivir con precaución, pero sin miedo.
P: No obstante, algunos almanseños y almanseñas consideran que ha habido «improvisación» en las medidas tomadas por el equipo de Gobierno.
R: La improvisación ha sido una forma de actuar. Hemos tenido que ser y hemos sido pioneros en muchos aspectos. Antes de que la Administración competente nos dijera cómo actuar, hemos actuado. ¿Que hemos improvisado? Bueno, sí, porque no teníamos un guion. Nadie nos envió un escrito que dijera: «A partir de ahora, este es el protocolo que tenéis que seguir». Si veíamos que un Ayuntamiento hacía algo positivo, lo copiábamos.
Un buen ejemplo de cómo nos adelantamos fue que, tras el cierre del comedor social, llevamos alimentos a las familias más vulnerables de Almansa. Hemos tenido que improvisar, sí, para ver cómo le hacíamos llegar los alimentos y medicamentos que necesitaban, a través de Cruz Roja o Protección Civil. Por cierto, todo ello gracias a que, en Almansa, hay un tejido asociativo importantísimo. Allá donde preguntas te dirán que son un ejemplo. Han tenido que atender a muchas poblaciones de la comarca; llevarles comida y fármacos. Pero nadie nos dio un guion para esto.
Incluso hoy día. Por ejemplo, no ha habido coordinación entre la Dirección General de Deportes de Castilla-La Mancha y Salud Pública a la hora de aprobar una normativa para reestablecer el deporte en los clubes. A mí no me entra en la cabeza que estos protocolos no se redacten de forma coordinada entre Sanidad y Deportes. Y así, una y mil casuísticas. Aunque reconozco la dificultad que tiene contestar a todas y cada una de las situaciones que se pueden producir, lo que no vale es pretender que lo general sirva para todas las especificidades.
P: Cambiando de tercio. Otra cuestión preocupante es que la población almanseña lleve diez años en caída libre. ¿Qué medidas implementará para que evitar una «Almansa vaciada»?
R: Este no es un problema aislado. Almansa no es una isla dentro de la región o del conjunto de España. Nos enfrentamos a una crisis que viene de atrás. Hace dos años, la ONU calculó que el 68 % de la población mundial vivirá en grandes ciudades para 2050. Aquello era un anuncio que cada vez vemos mucho más palpable. Cuando fui presidente de la Mancomunidad, realizamos multitud de acciones enfocadas al asentamiento de la población, sobre todo joven. Ofrecimos recursos y tratamos de apoyar proyectos emprendedores.
En el caso de Almansa, la disminución más importante de población viene tras la crisis de 2011. Entonces, se da la vuelta a la tortilla: España pasa de crear empleo a destruirlo. Los inmigrantes que vinieron en busca de trabajo regresan a sus países. Almansa es cabeza de comarca y tiene que luchar por ser un referente. Gozamos de una situación geográfica envidiable para algunas cosas y detestable para otras. Estamos a tres cuartos de hora de Albacete, a una hora de Valencia y otra de Alicante. Las personas que viven allí pueden permitirse ir y volver todos los días a su residencia.
Espero y deseo que, cuando superemos esto, comencemos a crecer y vivamos otra situación. Yo no le voy a dar mucho tiempo a esta crisis, un plazo de un año, como mucho. A partir de entonces espero que Almansa se convierta en un referente industrial, como lo ha sido. En ese sentido, estamos fomentando el sector logístico. Trabajamos en la implantación de dos empresas muy importantes en nuestras ciudad: grupo Arnedo y Penadés. El objetivo es decir lo que decíamos hace muchos años: que Almansa tiene que mirar al Corredor Mediterráneo, al transporte de mercancías, y ser un nexo de unión entre la Meseta y el Levante español.
P: Hace un año y medio desde que ganó las elecciones. ¿De qué se siente orgulloso Javier Sánchez Roselló?
R: Me siento orgulloso, por ejemplo, cuando voy a Toledo y en el ágape posterior a una reunión se te acerca del director general y te dice que tienes una agrupación de Protección Civil «envidiable». Cuando un voluntario salva la vida de algún chico que estaba practicando deporte; eso te llena de orgullo. Cuando la Policía Local se presenta al primer gabinete para hacer frente el COVID-19 con un plan trazado, sin ni quiera darle instrucciones. Cuando agricultores y empresarios locales ofrecen toda su infraestructura para combatir la crisis sanitaria. Cuando los festeros asumen que no podrán salir en Fiestas Mayores, pero ves celebración y sonrisas en sus balcones. La política tiene momentos muy malos y muy desagradables, eso es así, pero cuando lo pones todo en una balanza, lo bueno siempre pesa más.
P: ¿Lo bueno pesará más dentro de unos años, cuando se presente como Alcalde en las próximas elecciones?
R: [Risas] Es muy pronto todavía. En mi casa, teníamos una frase. Cuando yo preguntaba: «Mamá, ¿nos vas a llevar este fin de semana a tal sitio?», ella me respondía siempre: «No lo sé, ¡de aquí a la semana que viene me puedo haber muerto!». Eso, lo sigo manteniendo. Yo siempre vivo el día a día.
P: Tiene fama de ser un dirigente cercano y simpático. Incluso hay personas en esta ciudad que le han votado sin comulgar demasiado con las ideas del Partido Popular. ¿A qué cree que se debe esto?
R: La verdad es que gran parte de mis amigos son de izquierdas. [Ríe] Yo, en cambio, trato de no hablar de política con mis amistades, porque cada uno tiene una sensibilidad. Nunca he pedido el voto a nadie de mi entorno, ni siquiera a mis padres. A mí me han educado en una forma de pensar muy liberal; en que «antes de hacerle daño a nadie, háztelo tú mismo». Al final, cuando eres una buena persona, te has criado aquí, te conocen… En el pueblo se vota más a una persona que a unas siglas. Y ya no solo hace falta ser simpático. Llevo 19 años de mi vida ejerciendo como abogado en Almansa (hasta 2018), y eso te da una reputación. El sábado, por ejemplo, me reuní con unos amigos y uno me dijo: «El otro día estaba charlando con una chica a la que habías divorciado y me habló muy bien de ti. Dice que guarda un recuerdo muy agradable del proceso». ¡Y eso que yo era el abogado de su marido! Al final, si das el bien, recibes el bien. Si das cariño, puede que recibas cariño, pero, si no lo das, seguro que no lo recibes.