Almansa es un nombre de gran peso histórico, cruce de caminos, sede de grandes gobernadores y núcleo económico de la comarca. Pero no todas las poblaciones que comparten este nombre han acabado tan bien como la nuestra. En Extremadura, concretamente en Cáceres está el «despoblado» de Almansa, cuya historia puede y debe inspirar a nuestros vecinos y políticos.
Un experimento socio-laboral único
Todo comienza en la década de los cincuenta, tras la Guerra Civil y los primeros años del franquismo, el régimen dictatorial busca abrir sus compuertas al mundo y potenciar a los pequeños pueblos. Dentro de esta promoción rural se instaura el llamado Plan Badajoz, por el cual se fomenta la creación de empresas y proyectos a nivel agrario. El principal promotor de este plan, Don Eusebio, quiere seguir la estela de países como Alemania y Estados Unidos, donde se practican nuevas técnicas agrícolas. Para ello diseña un plan, un sueño, una utopía digna de un cuento para niños.
Don Eusebio busca crear un gran laboratorio agrícola-ganadero desde cero. Su idea es fundar un poblado donde todas las personas que lo habiten puedan vivir de la tierra. Para ello, elige con intención la mejor tierra posible, donde el suelo sea fértil, haya cercanía a manantiales y goce de un clima templado. Ese lugar está al este de Cáceres, al sur de la comarca de Alía. Es el nacimiento de la Almansa de Extremadura.
Al poco tiempo, esta nueva ciudad se llena de vecinos de las poblaciones cercanas, quiénes migraban ansiosos de un futuro prometedor. En solo un par de años, una tierra en la que no existía más que páramo consigue dar cobijo y trabajo a más de 2.000 personas. La zona crece económicamente gracias a este proyecto, se comienzan a ver niños correteando por las calles de Almansa y la aldea desprende vida y actividad desde sus nuevas edificaciones. El lema de Almansa inspira un futuro prometedor: «Unión, trabajo y constancia».
El poblado abandonado de Almansa en Extremadura
Pero la meteórica proyección de esta aldea se acaba con la muerte de su fundador Don Eusebio. Sus herederos no son capaces de mantener vivo el proyecto y tras casi veinte años de unión, trabajo y constancia Almansa queda desolada. Como si de una historia fantástica se tratara, las casas son abandonadas, las fabricas dejan de producir y el fértil suelo queda pobre sin regalar su fruto. Almansa se queda sola e indefensa ante la carcoma, el polvo y el olvido.
A día de hoy, la Almansa de Extremadura es una aldea fantasma, sin más vida que el moho y los matojos que engullen sus antiguos edificios. Es el mejor ejemplo para cualquier gobernante: si se potencia la unión, el trabajo y la constancia, los pueblos avanzan, enriqueciendo a sus vecinos y a toda su comarca. Pero si se abandona a los trabajadores y decae la fe en los proyectos, cualquier asentamiento está condenado a desaparecer.
3 respuestas
Buenos días, me encanta este reportaje y me gusta que se entere todo el mundo que existe otro Almansa. Yo estuve allí en 1999 y me encantó. Todavía habían personas por que nos contaron su historia.
No sé si sabéis que, también, cerca del pueblo está el Santuario de Nuestra Señora de Belén. Como es natural estuvimos allí
Y alguien sabe por qué se eligio el nombre de Almansa???
Creo que se eligió, porque la finca en la que estaba enclavado el poblado, se llamaba Almansa. Me contaron hace muchos años, que tenía una extensión de 30.000 hectáreas y era propiedad de D. Eusebio. Junto con Cabañeros, era el latifundio de más extensión de España, posiblemente también de Europa.