Josefa López nació en Almansa en una conocida familia de carniceros bajo el cariñoso nombre de «Los chavalillos». Su padre se llamaba Francisco López y su madre Natividad Tomás, la pareja tuvo seis hijos: Dolores, Carlos, Josefa, Francisco, Natividad y Vicente, siendo nuestra protagonista la tercera de ellos.
Creció en tiempos difíciles y como tristemente era común en la época, desde muy pequeña tuvo que ayudar a su padre Francisco en la carnicería. Allí aprendió el oficio y todo lo que en aquella época llevaba consigo ser carnicero: cortar carne en el puesto que tenían en el mercado, hacer embutidos, salar jamones…
Era un trabajo duro, sí. Pero reconfortaba o aliviaba el hecho de que en el negocio se involucró toda la familia, sacando con orgullo el trabajo adelante.
Tenía Josefa 14 años cuando conoció a Bernardo Sáez, un apuesto joven con el que terminaría contrayendo matrimonio. Bernardo era el heredero de una también conocida tienda de ultramarinos: «Casa Bernardo». A raíz de su casamiento, Josefa pasó a formar parte de la regencia de esta tienda.
Josefa López, ejemplar mujer trabajadora de Almansa
Pasaron 6 años desde las nupcias cuando Josefa tuvo a su única hija: María Belén. Nuestra protagonista trabajaba tanto que le era complicado conciliar maternidad con gestión de negocios, por eso su hija pasó muchas mañanas y tardes (incluso sábados y domingos) junto a la hermana de Bernardo, su cuñada Marilen.
Pasaron los años y con la jubilación de su padre llegó una época más relajada en su vida: pudo ver crecer a María Belén y comenzó a hacer más escapadas, viajes y vivir experiencias enriquecedoras que bien tenía merecidas después de tanta labor, como tantas otras personas nacidas en la posguerra.
Actualmente las cosas han cambiado mucho y afortunadamente una vez jubilada lleva una vida tranquila exclusivamente como ama de casa, disfrutando de los suyos.