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29/03/2024

El periódico digital de Almansa

El emocionante camino de Ana y sus compañeras, una historia inspiradora cargada de amistad y superación

La historia de Ana y sus amigas en el camino de Santiago: «Tras este viaje, la palabra imposible no existe para nosotras»
camino Santiago silla de ruedas

Dos y media de la tarde de un sábado de agosto en Santiago de Compostela. Decenas de peregrinos y peregrinas aplauden sin cesar a la entrada a la ciudad. ¿La razón? La almanseña Ana Arnedo y sus compañeras llegan por fin a la meta, tras más de 117 kilómetros recorridos… en silla de ruedas. Esta es la historia de Ana; un relato cargado de valentía, amor y amistad. Un ejemplo de superación y un orgullo para toda Almansa.

Ana y su sueño de hacer el Camino de Santiago

Ana Arnedo tenía un sueño: terminar el Camino de Santiago. No por devoción al santo ni por convicciones religiosas, sino, en sus propias palabras, para «vivir intensamente». Pero en este plan se presentaba un inconveniente. Ana tiene dificultades para andar y necesitaba a un equipo de aventureras que la acompañaran.

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Ahí entran en juego María José Lacarcel, Ana Belén Sanchís y Belén Martínez Corredor, quienes, acompañadas de su entrenador personal, Raúl Cuenca, decidieron embarcarse en «la tripulación» de Ana para hacer realidad su deseo.

Una hoja de ruta cargada de felicidad

Ana y su equipo realizaron el Camino de Santiago desde Sarria, en Lugo. Hablamos de 117 kilómetros divididos en cinco etapas que marcan el mínimo para conseguir la Compostelana, una especie de acreditación que confirma el peregrinaje. Fueron seis días, en los que hicieron una media de 20 kilómetros por jornada.

Camino Santiago Ana Almansa

Aunque parezca un trayecto duro —en ocasiones lo fue—, las protagonistas afirman: «No nos podemos quedar con solo un momento bueno, porque fue un viaje cargado de felicidad, de horas de risas, de intercambio… en ningún momento paramos de disfrutar, incluso en los momentos difíciles. Hay peregrinos que dicen que el mejor momento es llegar a Santiago, pero, en este viaje, cada piedra que superábamos en el camino era un éxito para todas».

El momento más complicado

La piedra más grande que encontraron en esta senda apareció en la primera etapa del camino. «Creíamos que la ruta era accesible, pero nos encontramos con que estaba “cero adaptada”. La simple entrada al pueblo era una cuesta imposible de bajar en silla de ruedas», recuerda Belén.

Con el paso de los días, en la penúltima etapa y en un tramo lleno de rocas resbaladizas y erosionadas por el agua, Ana tuvo que ser llevada en volandas por Raúl y un peregrino anónimo.

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Le preguntamos a Ana cómo le hizo sentir esto. Ella, sin borrar una emocionante sonrisa de su rostro, suspira y responde: «¡Qué pregunta más difícil! No hay palabras para definir esa sensación. Hasta que no vives ese momentos de imposible accesibilidad que puedes superar gracias al amor y el cariño de tus seres queridos, no te das cuenta del valor de la verdadera amistad».

Todos aprendieron de Ana

Raúl Cuenca, entrenador personal en Almansa, recuerda: «Todos hemos aprendido mucho de Ana, tanto a nivel físico como anímico. Es cierto que había etapas que eran accesibles, pero en los tramos que presentaban alguna dificultad fueron en los que Ana demostró ser un ejemplo de superación y valentía. Fue ella la que mantuvo intacta la motivación del equipo».

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La admiración de los peregrinos

Narran las aventureras que Ana levantó la admiración de cientos de peregrinos a lo largo de todo el viaje. «No vimos a ninguna otra persona peregrinar en silla de ruedas. Incluso hubo un día que dos Guardia Civiles se quisieron sacar una foto con Ana, porque nunca habían visto algo similar», comenta María José.

En la ruta, nuestras peregrinas se encontraron con cientos de caminantes que pusieron su granito de arena para lograr el objetivo de la almanseña. Al llegar a Santiago, las dos Anas, María José, Belén y Raúl entraron en la ciudad cogidos de la mano. Recuerdan emocionadas el momento en el que todos los peregrinos que las acompañaron en el viaje rompieron el silencio con una ovación tremenda.

«Ese momento fue maravilloso, sentimos el calor y el apoyo de tanta gente que se me ponen los pelos de punta solo al recordarlo. No nos sentíamos felices por llegar, sino por haber conseguido el objetivo de nuestra amiga. Verla sonreír y disfrutar tanto fue el mejor regalo», recuerdan las peregrinas, al mismo tiempo que Ana Arnedo les interrumpe y advierte entre risas: «Me vais a hacer llorar».

El final del viaje

Nuestras protagonistas vivieron tal estado de felicidad y realización personal que se quedaron un día más en Santiago para poder disfrutar al máximo de su cultura, patrimonio y gastronomía. Pero no lo hicieron de manera anónima, pues la almanseña había conseguido ganarse el respeto y admiración de cientos de personas de todo el mapa. «Ana se hizo famosa. Todos los peregrinos que nos encontramos la recibían con los brazos abiertos en Santiago, alegrándose de su llegada a la capital gallega», cuentan sus amigas y añaden: «Tras este viaje, para nosotras, la palabra ‘imposible’ no existe».

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De izquierda a derecha: María José Lacarcel, Belén Corredor Martínez, Ana Belén Sanchís y Raul Cuenca. En medio, Ana Arnedo. Foto tomada durante la entrevista | La Tinta de Almansa

Una conclusión de oro

Para cerrar esta emocionante entrevista, preguntamos a Ana cuál es el mensaje que quiere transmitir a nuestros lectores, a lo que ella contesta: «Que todo es posible. Y que hay que vivir día a día y vivir al límite».

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Un comentario

  1. Qué reportaje más chulo! Enhorabuena al equipo y un saludo especial a mi compa Ana Sanchís. También os agradezco el hecho de poner en evidencia la necesidad de de ACCESIBILIDAD en todo tiempo y lugar. Así la solidaridad de la gente será un plus voluntario a la obligación de las instituciones y a la CONCIENCIACIÓN de lo privado.

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