Entrevista a Juanjo Peris, un estibador fuera de lo habitual. Nacido en Valencia en 1985 y criado en Almansa (Albacete), Juanjo Peris ha recorrido un camino vital que lo ha llevado a acumular experiencias tan variadas como servir en el Ejército durante el 11-M, vendimiar o trabajar en la estiba portuaria, oficios que han nutrido de vivencias únicas su vocación literaria.
Su primera novela, Diario de un estibador —publicada tras años de escritura y reflexiones en un blog del mismo nombre—, roza ya la tercera edición. Ha sorprendido por su intensa mezcla de misterio, denuncia social y crítica a los poderes que gravitan en las sombras. Conversar con Peris es asomarse a un universo en el que la pasión por la lectura, la conciencia obrera y la intriga propia del género negro se funden para dar forma a historias llenas de vida, recuerdos y reivindicación.
En esta entrevista, el autor comparte sus motivaciones, la inspiración que encontró en los momentos más duros de su vida y sus planes de futuro, que pasan por ambientar su próxima novela negra en la Almansa que lo vio crecer.
«Me marché de casa pronto para descubrir otras fronteras y el mundo ha tenido demasiado que contarme… para mi regocijo. Me he perdido y me he encontrado tantas veces que ya ni me acuerdo, casi como la protagonista de mi libro. Entonces, llegó la llamada de la estiba portuaria y, de nuevo, mi vida pegó un vuelco«.
¿Qué te inspiró a escribir Diario de un estibador?
Me lancé al vacío. Llevaba ya algunos años escribiendo relato corto, algunos de ellos bajo pseudónimo, y me apetecía dar el paso de aventurarme en algo más complejo… Hace un par de años estaba en un mal momento personal y, de ahí, del dolor, se puede decir que hallé la inspiración. Creí que era el momento de dar el paso porque es lo que el cuerpo me demandaba. Entonces, hice un viaje a Toledo en moto y aquella ruta, sin yo saberlo, fue el comienzo de mi historia. Diario de un estibador mezcla la pasión por algunos aspectos de mi trabajo menos conocidos con las ganas de dar visibilidad a asuntos oscuros que han ocurrido y ocurren a nuestro alrededor y que, a veces, parecen escondidos en algún cajón olvidado.
La novela mezcla elementos de misterio, crimen y conspiración. ¿Qué desafíos encontraste al entrelazar estos temas?
El género lo escogí porque la historia que tenía en la cabeza cumplía casi todos los parámetros del género de novela negra. Mucha gente confunde el género policial clásico con este tipo de novelas. En la novela negra hay más de conspiraciones, detectives turbados, mujeres fatales, detalles, miradas… El policial se centra más en aclarar el caso y en la pura concepción de «ley y justicia». Digamos que detener al malo y desvelar todos los pasos que dieron lugar al crimen es el objetivo de un policial, que mantiene al lector haciéndose preguntas todo el rato junto al detective o policía. La novela negra creo que ahonda más allá, no es tan importante la investigación en sí, como sí las motivaciones y casusas que llevan al detective, periodista o cura del pueblo a resolver el crimen. Por las buenas o por las bravas. La justicia se halla en la percepción del protagonista de ella y eso te puede llevar por caminos de venganza y verdades a medias muy interesantes…. Ese fue mi gran desafío: encontrar la historia que diese las motivaciones suficientes a sus protagonistas como para inmiscuirse e implicarse al cien por cien en ella, con todas las consecuencias.
La historia aborda el poder ejercido desde las sombras, en nombre de Dios. ¿Cómo surge esta idea y qué mensaje intentas transmitir?
Creo que vivimos rodeados de poderes en la sombra, con Dios y sin Dios. Más que en Dios, me centro en la iglesia. Ésta tiene mucha influencia en la sociedad en general como estamento, ya que nuestra historia se ha forjado alrededor de ella y sus asuntos, y eso es algo que está ahí y siempre estará, desde luego. Como todo poder, ha sabido adaptarse y sobrevivir. Ha tenido que hacerlo junto a Césares, Reyes, dictadores y gobernantes de toda índole. Allí donde ha habido una forma de gobierno en Europa, casi siempre ha estado la iglesia o Dios. Sin la iglesia y sus monjes no conoceríamos el mundo tal cual es. Estos fueron los intelectuales de su época: científicos, cartógrafos, filósofos, carpinteros, constructores, ingenieros. La iglesia tiene un lugar fundamental en nuestra cultura y hay que darle el mucho valor que tiene. Pero es cierto que también se ha visto envuelta en asuntos muy graves y oscuros, y eso para alguien como yo, un observador, es un buen material del cual tirar para inspirarme. Así lo he hecho. En esta obra hay una buena dosis de crítica a estos asuntos, pero por supuesto también da lugar y espacio a la gente que de verdad está de parte de un Dios de bondad. Ni todo es blanco, ni todo es negro. Observar y reflexionar sobre estas cuestiones me ha sacado de muchas trincheras y me ha alejado de certezas que en realidad no lo eran.
El personaje protagonista es Sofía Vázquez. ¿Cómo fue su proceso de creación? ¿Hay algún aspecto inspirado en alguien real?
La protagonista es una persona fuerte y suspicaz, dubitativa y muy emocional. Si hablamos de emociones, ahí, claro que le he prestado algo al personaje, pero no demasiado. Al final, las historias son consecuencia directa de vivencias; son más historias escuchadas o leídas . Para mí, es imposible escapar del todo y estar al margen de un personaje; creo que hay que cederles un poquito, aunque sea. El personaje es creado desde cero, nació en mi cabeza. Darle vida a ella y a todos los demás ha sido fascinante.
El trasfondo histórico de España en 1987 juega un papel importante. ¿Cómo influyó en el desarrollo de la trama? ¿Es complicado basar el escenario en una época pasada?
Quería acercarme, por cuestiones que influyen en la historia, lo más que pudiese a la Transición. A finales de los ochenta, España vivía una era de modernización y avance que otros países europeos ya habían vivido 40 años antes, y eso le venía muy bien a la historia. Al nacer en los ochenta, tenía recuerdos y me fue más fácil asesorarme de ciertas cosas e investigar sobre la época. De ahí que eligiese esos años. De momento, escribo en los ochenta y los noventa. Pasaban muchas cosas en España en esos años y todavía vivíamos en la época analógica. Lo analógico para escribir da mucho juego. Me siento cómodo y me fascina investigar sobre tiempos pasados.
Tu carrera comenzó en el ámbito militar antes de pasar a la estiba portuaria. ¿Cómo ha influido en tu escritura?
Tengo la opinión formada y estoy convencido de que cualquier experiencia es susceptible de convertirse en una buena historia. Y, por supuesto, el cúmulo de ellas mucho más. A los 18 decido alistarme en el Ejército porque quería opositar, como hice después. El Ejército me llevó por todo el mundo. Empecé a vivir una vida totalmente distinta a lo conocido para mí. Estando en Madrid, en plena instrucción militar, me tocaba mesa electoral en Almansa por las Elecciones Generales y, de camino a la estación desde el cuartel, nos avisaron del atentado del 11-M. Me tocó volver con el resto de los compañeros. Aquello fue algo tremendo, que me marcó de por vida. Pero antes del Ejército vendimié en varias ocasiones y también trabajé en la extinta fábrica de Guitarras Almansa. Me marché de casa pronto para descubrir otras fronteras y el mundo ha tenido demasiado que contarme… para mi regocijo. Me he perdido y me he encontrado tantas veces que ya ni me acuerdo, casi como la protagonista de mi libro. Entonces llegó la llamada de la estiba portuaria y, de nuevo, mi vida pegó un vuelco. Pero la respondí, cómo no. La estiba es un mundo complejo y apasionante y, desde luego, también es una gran fuente de inspiración. Todo esto unido a mi pasión por la lectura es lo que me ha llevado a adentrarme de lleno en esto de escribir.
Diario de un estibador comenzó como un blog antes de convertirse en novela. ¿Cómo fue la transición?
El blog digital de Diario de un estibador fueron una serie de reflexiones que me ardían en los adentros cuando, en pleno 2017, salta el conflicto entre el Gobierno y mi colectivo, y decido plasmarlas en un blog para desahogarme. Se estaban vertiendo muchas mentiras y todo tipo de falacias sobre los estibadores en los medios de comunicación nacionales y locales. Para mí era frustrante y doloroso no poder defenderme de todos aquellos ataques que también hicieron mella en mi vida diaria y personal. De repente los estibadores, unos completos desconocidos, pasábamos a ser enemigos de todo un país solamente porque tenemos buenos salarios. Toda esa rabia contenida la volqué en aquel diario que, más tarde, fue objeto de censura por el contenido gracias a Ley mordaza, cuando los artículos y opiniones comenzaron a subir de tono. Se estaba siendo injusto con nosotros, muy injusto. Ahí entendí que, en los juegos del poder, somos meros peones. Pero esta vez, los peones fuimos capaces de tumbar un Real Decreto Ley con mucha dignidad. Quizá de ahí me venga cierta inspiración por los asuntos ocultos y tenebrosos que el Estado maneja para acabar con quienes les molestan. Aquello fue un acoso y derribo sin parangón; lamentable. Una vez cerrado el blog empecé con los relatos y, ahora, me lanzo con esta aventura literaria.
¿Qué nos puedes contar sobre tu proceso de escritura? ¿Tienes alguna rutina o hábito particular?
Es difícil mantener una rutina de escritura con los horarios de mi trabajo. No tengo turnos fijos. En la estiba, cada día trabajas un turno diferente. Dependes de muchos factores. El día que estoy disponible para trabajar, lo estoy las 24 horas para cubrir las demandas que los buques exigen. Saco hueco entre la vida personal, los niños y el trabajo para ir escribiendo como puedo. Pese a ello, cuando me pongo, el tiempo me pasa volando como jamás me había pasado con ninguna otra afición. Es algo que me llena de tal manera que me hace sentir fenomenal. No me marco plazos y, con esa tranquilidad, disfruto mucho.
Mencionaste que tu próximo proyecto literario estará ambientado en Almansa. ¿Qué nos puedes adelantar?
Efectivamente. La nueva novela en la que me hallo inmerso transcurre al 99% en Almansa. Lo que te puedo adelantar es que también será de género negro, con mucho misterio que desvelar y con un protagonista a los márgenes de la Ley y de las normas establecidas. Me lo estoy pasando muy bien documentando y desarrollando la historia con este protagonista.
¿Qué te motivó a centrar tu próxima novela en Almansa? ¿Algún aspecto personal?
Almansa es un lugar especial para mí. Muy especial. También es un lugar de refugio. Es una ciudad (aunque yo siempre la llame «mi pueblo») con un potencial increíble para una buena historia. La Batalla de Almansa, el castillo, el pantano, el Santuario de Belén… hay muchísimo de donde tirar para una novela negra y, al ser un lugar que conozco muy bien, ayuda en el proceso.
¿Tienes planes para explorar otros géneros literarios?
Como lector, siempre procuro explorar todo tipo de lecturas. Pero las que me hacen mantenerme pegado al sillón con más fuerza siempre acaban siendo policiales y, por supuesto, la novela negra. De momento, sólo me veo en este género. De momento, claro. Hace tiempo que dejé de decir que «de esta agua no beberé y este cura no es mi padre».
Almansa parece seguir teniendo un lugar especial en tu vida, a pesar de la (breve) lejanía. ¿Cómo ha influido tu crianza en tu perspectiva y escritura?
Lo bueno es que en mi lejanía con Almansa no hay distancia alguna. Estoy muy conectado con la ciudad y, siempre que puedo, la recomiendo o me traigo gente para que la conozca y disfrute de su gastronomía, entre otras cosas. Una parte importante de mi familia y amigos siguen aquí, y eso siempre me hace sentirme cerca. Mi relación con la literatura nace en el instituto Escultor José Luis Sánchez. Nunca fui un alumno destacado, no me gustaba demasiado estar atado a las normas por entonces, pero destacaba en la asignatura de Lengua y Literatura destacaba; siempre sacaba muy buenas notas. A Don Renato, que era mi profesor, aquello le sacaba de sus casillas. Un día me llevó al Teatro Regio a leer un fragmento del Quijote en castellano antiguo y, al salir de allí, me dijo que era un sinvergüenza, así, literalmente. Me dijo que estaba perdiendo unos años valiosos y que le había encantado cómo había leído aquel fragmento y que era una pena el camino que llevaba. Me acuerdo mucho de él y de aquellas palabras. Después de aquello me leí el Quijote dos veces, una en castellano antiguo y la otra en versión revisada.
¿Cómo ha sido la recepción de tu obra entre los lectores de tu entorno, especialmente en Almansa y Valencia?
En ese aspecto estoy muy contento. No me marqué un objetivo porque de veras no lo tengo y estar ya con la tercera edición a punto es algo que no puedo explicar con palabras porque, de verdad, jamás me lo planteé. Las impresiones que me llegan tanto de gente de Almansa como de Valencia y de todas partes que lo han leído son muy buenas en su mayoría. Me encanta que me den lecturas sobre aspectos de la novela ocultos o que pasan más desapercibidos. También hay lectores que se llevan la historia a su terreno y me dan una lectura en la que yo no había reparado. Eso es lo que me encanta de la literatura, que hay libros para todos los gustos y hay libros que, siendo el mismo, te llevan por caminos que el autor ni contempla. Esa sensación es realmente emocionante, lo digo de veras. Por supuesto otras críticas no han sido tan buenas; me han comentado varios aspectos de los que he tomado buena nota para mejorar [ríe]. Mejorar, aprender… es un proceso que nunca acaba.
Tu presencia en redes sociales es muy activa y combativa. ¿Cómo ves el papel de la literatura como herramienta para dar voz a las clases trabajadoras?
Vivimos en la era de la inmediatez y la gente lo quiere todo para ya. Tiempos en que un titular manipulado vale más que la noticia porque es más fácil no leerla entera o, simplemente, alguna gente lo quiere todo hecho y no se preocupa por escudriñar en la verdad. A veces vale con escuchar lo que queremos oír y, desde ahí, no hay crítica posible. No soy muy optimista al respecto, aunque tampoco creo que estamos tan mal. La literatura requiere tiempo y comprensión y, en los tiempos que corren, la sociedad parece que nos encamina a querer prescindir de ambas.
Yo te sigo desde hace muchos años en Twitter, cuando era una red social que de verdad fomentaba la movilización social y solidaria, y sé que tus tuits tienen relevancia. Por eso, te tengo que preguntar por la deriva que está llevando la plataforma. ¿Cómo estás viviendo que ahora X sea un altavoz del ultraliberalismo dirigida por Musk?
Me he llevado una sorpresa cuando me has comentado esto, ¡me ha alagado mucho! La cuenta de Twitter empezó a crecer a raíz del blog y el conflicto que te he comentado antes. La red está en deriva creo yo, los algoritmos están hechos para dar poca o ninguna relevancia a lo que no le interese al dueño. 40.000 millones de dólares tienen la culpa de eso, claro, no es moco de pavo. Esa es la cantidad que vale controlar una parte potente de la opinión para los intereses propios de un magnate. «Es el mercado amigos», que diría Rodrigo Rato. Como no voy a escribir sobre estos asuntos… Es un buen tema del cual hablar.
¿Los nuevos medios, como las redes sociales, pueden empoderar a sectores que históricamente no han tenido suficiente acceso a los altavoces mediáticos?
La realidad es que las redes sociales y los medios digitales como el vuestro abrieron otra nueva puerta para los colectivos o personas que, sin vosotros, no tendríamos apenas difusión. Sin mis redes sociales no podría haber hecho ni una cuarta parte de la promoción del libro que, sin ellas, desde luego. Muchos colectivos se han organizado gracias a las redes sociales también y eso es bueno porque nos ha hecho estar muy cerca de gente que, sin estas, sería imposible. En el conflicto de la estiba lo viví de primera mano: cómo muchos colectivos de barrios y de otros sectores se unían a nosotros de una forma muy organizada. Pero es cierto que, con el paso del tiempo, los algoritmos impuestos por quien paga han ido mermando la visibilidad de ciertas cuentas en pro de otras con un contenido totalmente dirigido. Dicho esto, también sirven para desorganizar, para alejar a la gente de las calles, que es donde se solían conseguir las cosas. Y digo la calle como podría decir los barrios, los centros de trabajo, las asociaciones vecinales… Encima ahora la gente tiene que lidiar con los medios del bulo; eso también es relativamente nuevo y es un negocio en auge y muy peligroso bajo mi punto de vista. Hay que informarse bien, ser críticos y desechar esta cantidad de bulos que nos intentan colar cada día. Pero reconozco que es agotador.
A punto de llegar a la tercera edición de Diario de un estibador, ¿cómo sientes con la acogida que ha tenido tu primera novela?
No podría estar más contento. Todo lo que puedo decir es positivo: la acogida, el feedback de la gente, la ayuda, el apoyo, la difusión… Solo tengo palabras de agradecimiento para todos ya cada uno de los que se ha molestado en leer mi novela. Mil gracias.
¿Qué consejo le darías a otros escritores que están comenzando, especialmente aquellos que vienen de trasfondos poco convencionales?
Lanzarme a dar un consejo a alguien que se ponga a escribir una novela sería algo presuntuoso por mi parte. Hace mucho que no doy un consejo, y así está bien. Lo que sí les diría es que disfruten del proceso. Yo lo he disfrutado como un niño. Escribí la obra a mano porque me ayudaba a concentrarme y fue maravilloso. Desde cada papel en la papelera porque al leerlo al día siguiente me parecía una basura, desde cada matiz a cada personaje, las madrugadas en el trabajo dándole vueltas a esto y lo otro. Es algo tan bonito que, solo por eso, merece la pena volverlo hacer. Sin prisas, sin agobios y disfrutar de lo que se está haciendo. Eso es lo que le diría a alguien que empieza como yo.
¿Dónde te ves a ti mismo y a tu carrera literaria en los próximos cinco años?
Bueno, a mí mismo me veo escribiendo mucho más. Es algo que me encanta y pienso seguir haciéndolo cada día y siempre que pueda porque me hacer sentir bien. Y en cuanto a mi carrera pues no lo sé, te soy sincero. Voy cogiendo las cosas conforme me van viniendo. Todo lo que me ha venido con Diario de un estibador está siendo muy bueno y lo disfruto tal y cual me ha llegado. El tiempo dirá, pero amenazo con seguir escribiendo como ya he dicho, eso seguro.
¿Dónde podemos encontrar el libro?
Se puede adquirir en la web de la editorial Círculo Rojo, en Amazon, y físicamente o bien contactando conmigo por mis redes sociales o bien acercándose a la librería La Batisfera en Valencia. Pronto habrá ejemplares físicos también en Almansa.
Muchas gracias por responder nuestras preguntas Juanjo, si se nos ha quedado algo en el tintero sin comentar, puedes hacerlo ahora.
Os estoy enormemente agradecido por esta entrevista y por darme la oportunidad de pasar un ratillo con vosotros, el cual, he disfrutado mucho. Muchas gracias a vosotros.