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25/04/2024

El periódico digital de Almansa

La histórica rivalidad entre Almansa y Albacete, de la industria al deporte

Las dos ciudades han competido con rivalidad sana y desde siglos atrás por ser la ciudad más importante de la provincia
Rivalidad Albacete Almansa

La histórica rivalidad que existe entre Almansa y Albacete es un tema polémico para muchos de sus habitantes, pero, ¿realmente sabemos de dónde viene dicha competencia? En La Tinta de Almansa respondemos a esta pregunta.

Orígenes históricos: Almansa tiene un mayor recorrido

Almansa es, como muchos conocemos, un cruce de caminos. Una ciudad con un recorrido histórico mayor que la de Albacete. Cuando el marquesado de Villena controlaba toda la comarca, lo más importante que existía cerca de lo que ahora es Albacete era Chinchilla. Incluso antes, Almansa fue convertida por Al-Ándalus en un bastión fronterizo entre Castilla, el levante y el sureste. Ya si nos remontamos a la etapa en la que no existían naciones, Estados ni banderas, muy cerca de Almansa se asentaban tribus prehistóricas. Esta importancia histórica se debe a su posición estratégica, a sus ramblas, al llamado corredor de Almansa, que comunicaba todas las regiones colindantes por ser una de las primeras ciudades de la meseta.

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Albacete por su parte tiene sus orígenes, según los más recientes estudios, en la civilización Andalusí. Los árabes crearon esta ciudad como una pequeña alquería, esto es, una aldea de escasa población y contadas casas. De ahí el origen etimológico de su nombre; «Al-Basit», que traducido literalmente es «la llanura». El crecimiento de Albacete no llegó hasta el Marquesado de Villena y con la consiguiente guerra declarada contra los Reyes Católicos. Aún así, Albacete no contaba con más de 5.000 habitantes a mediados de milenio.

La batalla de las ferias

Fue a principios de 1700 cuando todo comenzó a cambiar y la rivalidad puede, y solo puede, que empezara a surgir. Tras la batalla de Almansa en 1707, durante la guerra de sucesión, y con la victoria de los Borbones, el rey Felipe V declaró que Almansa pudiera celebrar la llamada feria franca durante unos días, antes que Albacete. Este hecho generó un movimiento económico y comercial que potenciaba con creces el crecimiento de las ciudades. Fue en 1710 cuando se concedió dicho permiso a Albacete. ¿Todos sabemos que es lo más característico de Albacete a parte de sus navajas? Efectivamente, la Feria de finales de verano. He aquí la primera competencia, se quisiera o no, entre las dos ciudades.

La industria de Almansa que envidiaban desde la capital

El crecimiento de Albacete llegó ya con el siglo XX, convirtiéndose en la ciudad más poblada de Castilla-La Mancha a finales del 1900. Aún así, su categoría como capital de provincia o de comarca no se hacía efectiva. Sobre todo, pesaba sobre esta ciudad la losa de no ser el principal núcleo industrial de la zona. Almansa seguía a la cabeza, la fábrica de los Coloma era el buque insignia del calzado a nivel nacional. Aún con su cierre y el paso de los años, nuestra tierra querida fue punta de lanza industrial de toda la comarca. Tuvo que sobrepasarse con creces la mitad de siglo para que Albacete compitiera con Almansa en este fundamental aspecto. Según los más veteranos, los albaceteños seguían mirando con recelo a los almanseños, ya que los puestos de trabajo y el músculo industrial estaban asentados en su ciudad.

El fútbol: «La ciudad de Almansa saluda al pueblo de Albacete»

Pero con la llegada del 1900 también apareció un elemento clave que desató dicha rivalidad entre ciudades: el fútbol. Cuando los equipos de ambas ciudades disputaban un partido en aquellas categorías regionales el campo de «La Glorieta» se exhibían pancartas que rezaban: «La ciudad de Almansa saluda al pueblo de Albacete», frase que pasó a la memoria colectiva de todo un pueblo.

Esta rivalidad sana se transfirió a todos los equipos inferiores de fútbol, así como a otras disciplinas deportivas. Los niños de las escuelas base crecieron con la idea de que Albacete era nuestro mayor rival y afianzaron así más aún la competencia entre ciudades. Además, está dentro del ADN español de las comarcas el rivalizar con la ciudad capital. No somos los únicos que confirman esta generalización, y así, hay ejemplos como este por toda la geografía del país.

Al fin y al cabo: Vecinos, familiares y compatriotas

Podemos incluir, que los almanseños buscan remarcar sus diferencias con los de Albacete por la situación geográfica y, por ende, cultural de nuestra ciudad. Solo hay que echar un vistazo a nuestras fiestas: moros y cristianos, con sus marchas del Levante, pero también manchegas, con pasodobles de Castilla. La cercanía con Ayora y sus manantiales, pero también con Yecla y la aridez murciana. En mitad de esa divergencia está Almansa, una extraña mezcla que nos hace tan valencianos, como murcianos, como manchegos o castellanos.

La realidad es que, a día de hoy, más allá de la sana rivalidad deportiva, estos prejuicios no existen en la vida real. Puedes acudir a cualquier lugar del país, o de La Mancha, que nadie va a juzgar a un almanseño por el mero hecho de serlo. Eso sí: hay quienes siguen recitando ese antiquísimo dicho que afirmaba que «cuando el mal viene de Almansa, a todos alcanza». Pero ese es otro tema.

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