Era un domingo 4 de septiembre de 1955. Un día para celebrar, puesto que Almansa disfrutaba de sus últimas horas de feria. Los y las almanseñas preparaban sus mejores galas para lucir junto a sus amistades en un ambiente de jolgorio y convivencia. Se organizaron comidas, reuniones familiares y el Sol brillaba en el cielo hasta que unos truenos comenzaron a retumbar por las Fuentecicas. Sin para nada esperarlo, lo que se presentaba como una jornada estival de alegría y festejo, terminaría siendo uno de los días más oscuros de la historia reciente de nuestra ciudad: la gran riada de Almansa.
Una catastrófica riada se llevaría 9 vidas humanas, decenas de cabezas de ganado y causaría 50 heridos además de un incalculable valor de daños materiales. Recordamos el funesto día junto a Juan Cuenca, testigo del desastre con tan solo 8 años, haciendo una retrospectiva gracias a su archivo, que nos facilita poder ver el antes y el después de la gran riada de Almansa.
Cómo transcurrió el desastre
Era la primera hora de la tarde cuando una enorme tormenta se posicionó sobre la zona de los Cabezos, Fuentecicas y parte de las Hoyuelas. Una descarga masiva de agua comenzó a arrastrar multitud de troncos, piedras y demás objetos por la llamada «rambla nueva», que es la que pasa colindante a la vía del tren y por debajo del puente de Carlos IV.
En su mayoría, los vecinos y vecinas se encontraban descansando tras la comida mientras las aberturas del puente del tren se obstaculizaba con los objetos que arrastraba la corriente. Toda el agua que deriva desde los parajes mencionados anteriormente iba a morir a este punto, inundando la zona para posteriormente y de forma súbita saltar el puente y arramblar con las calles de la Industria, Alicante y Buen Suceso.
Fue tal la fuerza del agua que parte de la fábrica de calzado de los Aldomar, en la calle la Industria, terminó literalmente partida por la mitad. El torrente continuo de agua inundó casas hasta tocar el techo provocando la muerte de varias personas. La calle Buen Suceso, por la cual bajaba la corriente, quedó prácticamente sin suelo con socavones de hasta cuatro metros de profundidad y la zona de las Huertas se convirtió en un vertedero empantanado.
Las fuerzas de seguridad y cuerpos de emergencia existentes en aquellos tiempos eran a todas luces insuficientes. En las primeras horas de la tragedia solo se podía ver a unos cuantos guardias civiles actuar para controlar a la población e intentar ayudar a los damnificados. Por otra parte, los servicios de Cruz Roja, totalmente desbordados, hacían fúnebres rutas por la actual calle Aniceto Coloma, transportando los cadáveres de los fallecidos.
La tormenta duró 45 minutos y casi causó la ruina total a medio centenar de casas tambaleantes. Sorprendentemente, muchos vecinos y vecinas de otras zonas de Almansa no se percataron de lo sucedido hasta que vieron los cuerpos por la calle, lo cual refleja el carácter agresivo, inmediato y sobrevenido del desastre. El ministro de gobernación, con 100.000 pesetas, comenzó una ola de solidaridad para recaudar fondos para los afectados por la riada.
Los puntos clave de la riada de Almansa
El puente del tren: el lugar donde empezó todo
La imagen que se ve a continuación es la del puente del tren en 2022, lugar donde se generó el tapón que terminaría provocando la desgracia. «Esta rambla nueva era utilizada por muchos vecinos para plantar árboles y huertos. Si la tierra era buena, plantaban almendros, tomateras y demás… De esta manera, se fue estrechando el cauce y con la llegada de la tromba, todos los troncos y raíces fueron arrastrados, tapando así los ojos del puente y causando el aumento del nivel del agua hasta que ésta saltó por encima de las vías», explica Juan Cuenca.
Juan recuerda con añoranza como recorría esta rambla cuando repartía leche y queso a los señoritos de las casas de campo siendo niño. «Esta rambla está muy descuidada, antes podías bajar aquí en coche incluso y ahora cuesta hasta caminar», lamenta.
Un molino, el primer edificio que sufrió la riada
Con la subida del agua, la primera zona que sufrió el brutal encuentro con la corriente fue la que ahora corresponde con la actual calle del Muelle, colindando con la estación de tren. En esos tiempos allí había un molino donde trabajaba toda una familia. Fue tal la fuerza con la que rompió el agua que derribó los muros, las paredes y arrasó con todo lo que había dentro del edificio.
En la fotografía de abajo podemos ver cómo luce la misma zona donde se encontraba el molino a día de hoy. A parte de este molino, por dar otro apunte curioso, en la casa de al lado un negocio local comenzaba su andadura: Magnanni.
La fábrica de Aldomar partida por la mitad
Juan Cuenca nos cuenta cómo vivió este momento Isabel Aldomar, hija de la familia: «La mujer se encontraba lavando y planchando una enagua para ponerse en esa tarde de feria mientras todos los demás dormían la siesta. Según me contó, ella estaba trabajando de espaldas a las vías del tren, por lo que lo único que pensaba era que la tormenta era muy fuerte. Pero de repente el agua rompió el muro y un atronador ruido le hizo alarmarse. Toda la familia Aldomar tuvo que salir huyendo del edificio y alojarse en otra casa por miedo a que el resto de edificación también cediera con el torrente».
La fábrica de calzado de los Aldomar, actualmente fábrica de Michel, quedó partida por la mitad de manera literal e incluso la desgracia pudo ser peor, ya que ese día era domingo y no laborable, lo que facilitó que la zona de guarnecidos estuviera vacía de trabajadores. En este punto, el surco del agua ya arrastraba lodos, fango y todo tipo de objetos naturales y artificiales, causando brutales destrozos en las casas colindantes, las cuales fueron las más afectadas por el desastre.
La calle de la Industria y de Alicante, los lugares más afectados
Las casas más afectadas estaban situadas en esta zona, al no haber ningún tipo de edificación, los solares solo facilitaban el recorrido del agua y lo nutrían de más objetos y lodo. En la conjunción de la calle Clavel con Alicante había un negocio de materiales de construcción que podemos ver también en estado de profundo destrozo tras el paso del agua.
Toda la vecindad salió a la calle una vez pasada la tromba. Multitud de personas ser agolpaban frente y dentro de las casas más afectadas para achicar agua, limpiar barro, sacar muebles o también fisgonear. Juan Cuenca, que tenía ocho años, recuerda cómo vivieron los niños está situación: «Todo el mundo estaba en la calle, había mucha gente ayudando con los pocos medios que había, también muchos se acercaban para curiosear. Los niños intentábamos subir hacia Alicante, Clavel e Industria pero en la esquina con Manuel de Falla la Guardia Civil nos mandaba a casa para que no viéramos lo que había pasado».
Buen Suceso con socavones de cuatro metros de profundidad
El torrente de agua bajó con mucha fuerza por la calle Buen Suceso, donde provocó enormes y profundos socavones ya que la propia calle era de tierra. En las siguientes fotos se pueden observar tablones que permitían la entrad y salida de las casas. También volvemos a ver las bombas hidráulicas que se utilizaron para achicar el agua. «Esas bombas las prestaron las grandes bodegas almanseñas, puesto que ni la administración pública local ni los cuerpos de emergencia contaban con un material tan caro», recuerda Juan Cuenca.
El final de un día drástico
La riada de Almansa terminó en la zona de las Huertas, lugar que se convirtió en un vertedero empantanado durante semanas.
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Un comentario
Buen artículo, pero hecho de menos buscar lo que pasaría hoy, con una tormenta similar, teniendo en cuenta, que el “motivo” de aquel desastre “puente de las vías del tren” sigue “igual” o peor qué en 1955.
Salud.