Es un día laborable cualquiera. Nuestro protagonista despierta y se prepara para acudir al Centro de Día de AFA Almansa. Trabaja ahí como terapeuta ocupacional junto a un gran equipo de profesionales de los cuidados. Tras un paseo de camino a su puesto, llega a la esquina de la avenida Herminio Almendros. Abre la puerta y en el momento en el que pone un pie dentro del centro su mente «resetea» (en sus palabras) y se olvida de todo lo que le ha pasado fuera. Desde ese instante hasta que su jornada finaliza, ya no pensará en nada más que en el bienestar de las personas que acuden a AFA.
Hoy, Día Internacional del Alzheimer, buscamos conocer de cerca el trabajo de los cuidadores de la Asociación de Familiares y Amigos de Enfermos de Alzheimer (AFA). Lo haremos a través de la figura de Luis Miguel Sánchez López, un almanseño cuya vida está dedicada a los demás.
¿Cómo os enfrentáis a un día cualquiera los profesionales de los cuidados aquí en AFA?
Aquí lo principal es que no existe la monotonía, cada día es diferente. La enfermedad del Alzheimer conlleva mucho estrés a nivel cognitivo, tanto para familiares como profesionales. Nosotros nos ponemos el objetivo único de ayudarles, estar con ellos y buscar actividades para mantener sus capacidades residuales. En líneas generales, damos la atención más individualizada posible a cada persona, dentro de nuestras posibilidades materiales y profesionales.
¿Qué consideras como un avance para los enfermos de Alzheimer?
Sobre todo, el que puedan mantener sus capacidades. Intento que las actividades puedan ayudar a todos y que se adapten a ellos. Uno de los avances o puntos positivos es ver que la persona se integra, que sigue ejercitando su atención, que capta la conversación. Aun así, cada persona es un mundo y cada uno tiene sus capacidades y sus terapias específicas. Hay personas que necesitan más tiempo y hay otras que con cinco minutos de terapia ya han realizado el logro diario.
¿Cómo debemos actuar ante una situación en la que nos percatamos de que la persona sufre Alzheimer o un principio del mismo?
La forma de comunicarnos con una persona con Alzheimer debe ser clara, adecuada a su nivel de comprensión. Debemos evitar el ruido, los estímulos estridentes que hacen desviar su atención. Sobre todo, hay que tener paciencia. A veces hay momentos en los que la enfermedad ya ha avanzado y reaccionan de forma alterada. Aquí tenemos que intentar calmar a la persona para luego intentar comunicarnos, ya que en ese momento su mente no puede procesar la información.
¿Cómo debemos reaccionar ante el avance de la enfermedad, cuando vemos que las capacidades cognitivas se están reduciendo?
Ese es un momento duro. En las fases iniciales, la propia persona comprende que pierde facultades, ya sea conduciendo o gestionando el dinero, por ejemplo. Son situaciones complejas que se deben afrontar y que debemos trabajar con la persona. El objetivo es adaptar sus actividades para que pueda seguir desarrollando las que estén al alcance de sus capacidades. Hay que intentar que la persona siga haciendo su trabajo, poco a poco le iremos ayudando más. De esta forma la persona seguirá sintiéndose útil y la actividad le servirá como estimulación.
Lo más importante es salvaguardar el mayor tiempo posible su autonomía. La autonomía es nuestro fortín, tenemos que luchar por ella hasta el final. Caminar, por ejemplo, es muy importante, que no puedan andar termina derivando en otros problemas físicos peligrosos.
¿Qué avances has notado en el cuidado de personas durante todos estos años de trabajo?
El tema de las nuevas tecnologías nos está aportando mucho; amplía el abanico de actividades y terapias sobre las que podemos trabajar. Donde creo que más ha avanzado es en materia de detección precoz. Esto es algo muy bueno ya que cuanto antes se detecta la enfermedad, más se puede ayudar a la persona. De la misma manera, las tecnologías han ayudado en esta detección precoz, ayudando así a que la enfermedad dilate su evolución en el tiempo.
Las personas en AFA Almansa están en buenas manos, pero, ¿están los cuidadores cuidados?
Sí. Este es un trabajo que tiene que gustarte, es una vocación. El que no está preparado para ello, pronto se da cuenta de que no puede seguir. Es cierto que si el trabajador no está bien, no está en condiciones de ayudar. Si te encuentras mal y estás quemado se transmite tanto a la persona que estás ayudando. Si estamos enfadados, ellos lo notarán en el tono de voz y se pueden poner más alterados. A veces es complicado «resetear».
Siempre utilizo esa palabra: «resetear». Pienso que cuando entro por la puerta del centro «reseteo» mi mente, empiezo de nuevo. Aunque ayer hubiera tenido un mal día, al trabajo se viene y se empieza de cero.
¿Cómo imaginas AFA Almansa dentro de unos años?
Me imagino un centro más grande, que pueda dar atención a más personas
. Porque, por desgracia, muchos de los usuarios llegan al centro en Fase 3, una etapa de enfermedad avanzada, y es muy difícil trabajar con ellos. Sabemos que hay personas en fase inicial a las que podemos ayudar mucho, pero hasta que consiguen entrar al centro pasa mucho tiempo y no se puede hacer ni la mitad de lo que podríamos haber hecho.
A ver si el proyecto de las Casas de los Peones Camineros sigue adelante y se pudiera ampliar el centro. Me gustaría mucho que sucediera esto.
Cuéntanos un momento feliz que hayas vivido como terapeuta ocupacional
Ver que los usuarios adoptan como una rutina el venir al centro, ya que es un gran paso adaptarse a un Centro de Día: no comer en casa, no estar con su familia, relacionarse con otras personas… Me alegra mucho cuando les veo adaptados y les escucho decir: «Yo de lunes a viernes voy al cole». [Sonríe tras la mascarilla]. Otro momento bonito sucede cuando van al especialista a su revisión y el doctor te dice que se mantienen en sus capacidades o que incluso han mejorado. Ese momento nos alegra muchísimo.
Desde el 1995, año en el que terminaste tus estudios y comenzaste a trabajar, no has parado de servir a los demás, ya fueran enfermos de Alzheimer o personas con discapacidad psíquica profunda. Podríamos decir que tu vida es el reflejo de aquella frase: «El que no vive para servir, no sirve para vivir».
Ahora que lo pienso, puede que sí. Hay trabajos de todo tipo. El mío, como terapeuta ocupacional, es así, estamos para ayudar y servir a la gente.
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